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Lucho ancestral y la llegada de los ovnis

Es de conocimiento público que la fe en Lucho crece y crece, como la inflación, aunque entes escleciásticos, como el indec, nieguen su existencia. La fe en Lucho es milenaria. Tal es así, que estamos en presencia de una reencarnación luchiana de la décima generación. Es por ello que podemos afirmar con absoluta tranquilidad que Nuestro Señor Lucho es de décima. Lucho es un ser que no tiene edad y su origen, su vida y sus milagros no tienen explicación lógica. Sólo el dogma lo explica y no admite prueba en contrario. Lucho es milagroso y punto.
Los orígenes de la fe luchiana se remontan a épocas precolombinas. Lucho era el Dios de los manyachingones, oriundos de las sierras cordobesas, lugar frecuentado por los ovnis y los porteños. Antes de la existencia de estos últimos, antes de la llegada de la invasión española, incluso antes de la invasión inca, Lucho paseabase por los valles serranos, bañabase en los arroyos y ríos cordobeses. Lucho era el cacique. Y como todo cacique, Lucho tenía lo que quería y si no lo tenía, se lo procuraba a la fuerza. Lucho se enamoró de la princesa Moria de la tribu vecina, los sanabiromes, popularmente conocidos como curalapiceras. Concretar esa alianza no era algo deseado por ninguno de los pueblos. Los manyachingones odiaban a las sanabiromes desde que aprendieron a escribir en tinta, cuando ellos aun dejaban estampadas las palmas de sus manos por el cerro colorado. El pueblo se opuso. Los sanabiromes, orgullosos, tampoco aceptaron la unión y estalló la guerra. Lucho había sucumbido a los encantos de Moria, y empecinado por defender su amor, propúsole hacerse una escapita a unas cabañas cerca del mítico Cerro Uritorco. Escaparon una noche, clandestinamente.
Pero Lucho no sabía que Moria tenía un pacto secreto para acabar con su  poder. Los confabuladores los sorprendieron en paños menores (¿qué será menor a un taparrabos?) y así Lucho, Nuestro Señor supo de la traición. Intentó huir, desesperado, y adentrose en la oscura espesura del cerro. Esa noche no había luna, la oscuridad lo envolvía, no veía nada y Lucho trastabilló. Cayó en un precipicio que parecía no tener fin. Cayó, cayó y siguió cayendo. Cayó en la cuenta de que lo había perdido todo. Pero nunca terminó de caer. Un aura luminosa lo envolvió y se lo llevó lejos. Lucho había sido rescatado. Seres superiores tenían un plan y un destino para Lucho, Nuestro Señor. Volvió a tierras de manyachingones como su Dios. La fe luchiana hubiera sido difundida desde aquellos ancestrales tiempos, si no fuera que a los manyachingones se les dio por suicidarse en masa porque nunca pudieron competir con los sanabiromes en el sublime arte de la escritura.  Pero ese es otro capítulo que escapa de este evangelio.
Lucho supo entonces, que la humanidad es un experimento genético de los seres superiores, el segundo después de haber hecho lo propio en Marte, y que la humanidad tiene los milenios contados. Dos y monedas, para ser más exactos. Sin embargo Lucho no está dispuesto a rendirse porque falte un tiempito para que se nos acabe esta fiesta para algunos pocos. Lucho, Nuestro Señor, deambulando por los pasillos de los altísimos ovnis donde moran las eminencias, escuchó de unos de ellos que quizás al planeta Tierra lo salvan, porque el experimento está un poquito mejor que el del planeta rojo. Lucho se aferra a la creencia que nos vamos a salvar y nosostros nos aferramos a Lucho. Es por ello hermano mío, que debes escuchar lo que te digo. Lucho nos enseña que vamos a tener que sobrevivir un año  guarecidos de las inclemencias climáticas a la que se verá sometido nuestro redondo hogar, porque se viene la limpieza de las resacas del experimento genético que se llevará a cabo en el 2012. Compra alimento no perecedero con fecha de vencimiento posterior al 2013 y serás salvado. Aprovisiónate ya llamando al 0600-salvamelucho y Lucho te mandará sardina a sólo €10 la latita.  Apresúrate hermano, que se nos acaba.




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Mandá Miento al 2020 [o de cómo nacieron los Mandamientos Luchísticos] [Reloaded]

Una tarde de febrero, desconociendo el impulso que lo guiaba, Modesto subió el cerro Uritorco. Creía que una fuerza alienígena lo atraía hacia la cima. Nunca imaginó que se trataba de un ser celestial. Cuando terminó de ascender, asomose detrás de un arbusto un hombre de cabellos dorados que rozaban sus hombros al ritmo de la suave brisa que lo acariciaba. Modesto, estupefacto, con cara de imbécil, quedose callado. El hombre de dorados cabellos y figura esbelta tiró la colilla del cigarrillo que acababa de fumar y acercose a él:
- He estado esperándote Modesto. Tengo un encargo para tí - Dijole Lucho.
Asombrado de que aquel extraño supiera su nombre, Modesto no pudo más que asentir con la cabeza, mientras aguardaba las instrucciones.
El arbusto que Lucho dejó atrás, empezó a prenderse fuego. Minutos después Modesto descendía el cerro corriendo y luchando por su vida.
Una multitud reunida observaba el accionar de los bomberos. Modesto subiose al coche bomba y relató lo sucedido. Y Lucho dijome - anunció:

- No tendrás otros dioses delante de mí, ni atrás tampoco.
- No te harás ningún tatuaje que no sea mi nombre
- No pronunciarás el nombre de Lucho en vano
- Acuerdate del día sábado para salir de joda.
- Honra a tu padre y a tu madre para que te dejen la herencia.
- No cometerás adulterio si nunca te casas.
- No robarás sin llevar pa' las casas.
- No darás falso testimonio sin cruzar los dedos por atrás.
- No codiciarás la casa del country de tu prójimo, la mujer de tu prójimo, la impunidad, la
camioneta 4x4, el perro labrador, la empleada doméstica y demás posesiones de tu prójimo.
- No matarás sin un buen motivo.

Sin embargo Modesto nunca cumplió con la palabra de Lucho y tampoco se dedicó a difundirla adecuadamente. Abriose un local en la calle techada de Capilla del Monte, donde cobraba un entrada para contarle a los turistas y transeúntes los misteriosos hechos que sucedieron aquel febrero, pero cada vez que narraba cambiaba su versión, y por fallas de su memoria o caprichos ocultos, nunca decía la lista correctamente, olvidando algunas de sus prescripciones o haciendo combinaciones extrañas tales:
- No matarás en vano.
- No codiciariás la casa de tu prójimo sin un buen motivo.
- Acuerdate del sábado para cometer adulterio.

Modesto sintió un segundo llamado al cerro Uritorco. Lucho lo esperaba, sentado en un roca, tomando cerveza.
- Has desobedecido Modesto. Tendrás un castigo. Pero antes voy a escribirte la lista para que no te olvides ni te confundas - dijole Lucho. En silencio escribió dos papeluchos post it color amarillo, como sus cabellos, que contenía lo que denominó "la ley" :

- No te arrodillarás delante de otro Lucho.
- No te fabricarás dioses de cotillón.
- Observarás la fiesta de la vendimia.
- Durante 6 días trabajarás y el séptimo día estarás a mi disposición.
- Celebrarás las fiesta de creamfield, la navidad apócrifa, la navilucha y año nuevo.
- Tres veces al año haras limpieza general en tu casa y en la mía.
- No ofrecerás cerveza caliente ni mate dulce a nadie.
- No quedará para el día siguiente lo que pudiste comer hoy.
- Llevarás a mi casa tus mejores sueldos.
- No harás un asado sin invitarme.

Modesto tomó los papeluchos y comenzó el descenso. A los minutos volvió a por una copia porque se le habían volado. Afortunamente Lucho todavía estaba en la cima, empinando el codo. Esta vez Modesto guardó "la nueva ley" en el bolsillo y dirigiose a la imprenta del pueblo para hacer unos panfletos.
La transpiración de Modesto había hecho ilegible parte del contenido de los papeluchos. Temeroso de recibir otro castigo además del que le había sido anunciado pero no revelado, Modesto apeló a su memoria.
Desconocemos si Lucho cambió de opinión y no intervino en la impresión de los mandamientos, o si nunca se enteró de lo que escribió por exceso de alcohol en la sangre, o hubo un error de imprenta y nunca una fe de erratas. Hasta ahora los definitivos diez mandamientos que dejó Oh Lucho, nuestro señor, son los siguientes:

1. Amarás a Lucho por sobre todas las luchas.
2. No leerás el blog de Lucho en vano.
3. Santificarás las fiestas, partuzas y asados. Invitarás a Lucho
4. Honrarás a tu padre y a tu madre para que te dejen la herencia. El 50% de lo heredado será para Lucho.
5. No matarás salvo que sea absolutamente necesario. [No es absolutamente necesario cuando te miran mal o te dicen algo que no te gusta]
6. No cometerás actos impuros sin filmarlos y sin la participación de Lucho.
7. No robarás a Lucho. El 70 % de lo que robes se lo darás a Lucho.
8. No darás falso testimonio ni mentirás sobre Lucho.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros sin contarle a Lucho.
10. No codiciarás los bienes de Lucho.

Modesto recibió el castigo de su primer falta. Fue conminado a realizar trabajos forzosos: durante un año tuvo que realizarle la pedicuría a Lucho y depilarle la espalda con una pincita.


Cualquier parecido con alguna religión es pura coincidencia
.



La parábola de Bautista Lista y la fiera

Lectura del Santo Evangelio de Lucho: La parábola de Bautista Lista y la fiera.
Gloria a Tí, Señor Lucho.

Caminaba el profeta Bautista Lista por las calles de Buenos Aires, cuando de pronto, vio en la multitud, algo que sobresaltolo. Detúvose el profeta Bautista Lista en medio de la vereda, chocando a cuanta vieja siguió de largo sin darse cuenta de que él se había detenido, a causa de una maravillosa aparición. Una luz encegueciolo: eran los cabellos rubios de su señor Lucho. Allí entre la multitud, comenzó a agradecer a los cielos por tan maravilloso encuentro.  Su vida había cambiado tanto después de la última vez que Lucho lo había sorprendido con su aparición. Lucho se acercaba majestuoso entre la gente, sus cabellos rubios enceguecían a Bautista, ocnubilábanlo, emocionábanlo, recopábanlo.

Acercóse Lucho al profeta. En su mano, un celular última generación, tocaba reggeatón de última degeneración como si tuviera tres amplificadores superpuestos. "Aaaah, el poder de Lucho", pensó el profeta Bautista, "su palabra llega en forma de música a todos los rincones del planeta". El corazón de Bautista detúvose. Lucho lo mira fijamente, con la pura belleza de sus ojos azules. Bautista no podía más de felicidad, ¡el gran Lucho lo había elegido entre la multitud, justo a él, un hombre humilde, un hombre que no vivia si no para adorar a Lucho!  Lucho detúvose frente a él, y con la voz musical que lo caracterizaba, díjole:

-Ehamigo, ¿no tené' una moneda? Dale, ehamigo.

¡Lucho le pedía una colaboración para su causa! Bautista buscó en sus bolsillos y encontró varias monedas que rápidamente depositó en la palma extendida de su señor Lucho.

-Ah, gracia, fierita, so' un capo. Es pa' loamigo, para tomarno' una' cerveza'. Gracia, ehamigo.

Lucho abandonolo, dejando tras de sí el sonido del reggeatón que anunciaba su llegada. Con él se fue la luz que iluminaba a Bautista Lista. El profeta continuó su camino, rogando que en la parada del bondi, estuviera el chancho para vender boletos, porque no tenía una mísera moneda.

Fue Palabra de Lucho.
Te alabamos, Lucho.

No estaba muerto, estaba de parranda

Lectura del Santo Libro de las Cartas de Lucho: Carta de Lucho a los compañeros luchonistas.
Gloria a Tí, Señor Lucho.

From: yosoyluchoagregameatumsn@hotmail.com
To: companierosluchonistas@gmail.com

Asunto: Volveré y serán millones

Compañeros luchonistas: sé que mi ausencia les llama la atención. Sé, compañeros, que se preguntan dónde está Lucho, oh, ¿dónde está nuestro Señor, oh, qué será de nosotros sin nuestro guía, oh? Sé que algunas voces han proclamado mi muerte, sé que han aparecido falsos mesías que anunciaban el apocalipsis, el cierre de Clarín y el retiro definitivo de Lilita de la vida política. ¡Calumnias, compañeros!

No temáis, compañeros luchonistas, no temáis. Lucho no está muerto. Lucho está de parranda. Y Lucho seguirá de parranda en Ibiza hasta que el hígado prácticamente le quede destruído después de tanta alcohol. Hasta entonces, compañeros, deberán proclamar mi regreso a los cuatro vientos. Así es hermanos, comprarán un canal de televisión y anunciarán con gozo la vuelta de vuestro señor Lucho, que vendrá a esclavizarlos por toda la eternidad o hasta que decida irse de nuevo de parranda. Hermanos, ¡volveré y tendré millones... de dólares que ustedes transferirán de sus sueldos hacia el Lucho Standard Bank!

Compañeros, para terminar, tengo una gran noticia, una que los llenará de felicidad: van a ser padres, compañeros luchonistas. ¿Recuerdan esa partida de profilácticos que la obra social repartió de manera gratuita como parte del Plan Lucho de Planificación Familiar? Bueno, compañeros, los preservativos estaban todos pinchados, los compré con descuento con los fondos de la Obra Social de los Compañeros Luchonistas (OB.SO.CO.LU.). ¡Alegrémonos, oh, compañeros luchonistas! En nueve meses tendrán pequeños compañeritos luchonistas que adorarán a vuestro Señor Lucho, por los siglos de los siglos, amén.

Bueno compañeros, me voy yendo para la orgía que están organizando acá los muchachos de Ibiza. Un mandamiento nuevo les doy: Ámense, reprodúzcanse y transfieran sus bienes al Lucho Standard Bank. Haced esto en conmemoración mía.

Fue Palabra Mía.

Te alabamos, Lucho.
Gloria a Tí, Señor Lucho.



Pecados capitaluchos [reloaded]

Paseábase Lucho, una fría tarde de agosto, por el buffette de una quermés de San Vicente; pensativo puso su mano izquierda en su pera, debatiéndose si pedía un choripán o un plato de locro. Decidiose por el chori y pidiole al señor buffettero que se lo prepare con mucho chimichurri. Divisó al lado una pareja, que mientras aguardaban ser atendidos, no podían contener sus deseos carnales, y besábanse descontrolados mientras sus manos recorrían pasionalmente distintas partes de sus cuerpos. Lucho apuró el chori de un bocado, cual eruto de bebé hizo provecho y acercose a la pareja. Separóles y ante el desconcierto de ambos, dijoles:
- No permitan hermanos míos que la lujuria controle sus impulsos – y sin agregar más Lucho se alejó.
La pareja sintió pudor y comprendieron las sabías palabras luchezcas y prometieronse no caer ante la tentación de la carne.
Lucho dirigiose hasta un kiosco, compró profilácticos y se fue, como la jerga indica, de putas, porque ver a la pareja lo había excitado.
Horas más tarde, salió del cabarute con un hambre mesiánico y entró al primer bodegón que se le apareció en el camino. Un gordo, ubicado en el centro del comedor, estaba entrándole al quinto plato de fideos con abundante salsa, como si de su última cena se tratara. Lucho sentose a la mesa del gordo y díjole:
- Si estuvieras comiendo fideos nada más, y no salsa con fideos, pensaría que tienes hambre y no la gula que te está consumiendo por dentro.
Mientras Lucho alejabase, el gordo apenose de sí mismo, largó el plato y echose a llorar.
Lucho hizo un par de llamadas desde su iphone, envió algunos emails, y organizó un asado, en menos de 5 minutos, de proporciones babilónicas calculando 2 kilos y medio de carne por persona, para comer como lechón hasta que no queden ni los cartílagos y 15 litros de alcohol per cápita. Pidió una docena de empanadas árabes en el bodegón para manducar camino hacia el supermercado.
Encontrose en la puerta del super con sus comensales, cuando acabose la última empanada, y repartiole las instrucciones para que realizaran las compras.
Observó Lucho que el encargado del supermercado estaba obsesionado haciendo la cuenta del dinero en efectivo que había en la caja y que sus ojos titilaban de encanto ante el vil metal. Disimuladamente acercose al mostrador y comprobó que al encargado se le hacía agua a la boca al tener fajos de billetes en sus manos mientras susurraba repetidamente: “my precious”.
- Hijo mío – díjole Lucho – No debes permitir que el símbolo de la burguesía y el capitalismo desvíe tu mirada del mundo y que la avaricia sea tu única meta.
El encargado escuchó un “click – caja” en su mente y desprendiose de los billetes como si le estuvieran quemando las manos.
Lucho retirose del supermercado con los comensales. Llegados a su casa, Lucho hizo la cuenta de lo gastado y cobrole a cada uno de ellos un 200% más de lo que les correspondía alegando guardar el dinero para el próximo asado.
Después de pasar toda una noche y el día siguiente comiendo y bebiendo, a Lucho pintole sueño. Fue el último en terminar de comer, por lo que encontrose que todas las habitaciones de su casa estaban ocupadas por sus invitados que pernoctaban plácidamente. Intentó echar a patadas a uno que dormía en su cama, pero al comprender que su estado se debía a un coma alcohólico decidió dejarlo reposar y se fue a otra habitación. Prendió la luz y quien dormía allí abrió los ojos. Lucho díjole:
- La pereza es traicionera porque domina nuestra voluntad. No muestres flojedad. Debemos limpiar lo que hemos ensuciado.
El comensal levantose de un salto y dispúsose a limpiar todo la casa. Lucho arrojose a la cama como si hiciera un clavado en una pileta olímpica y 4 días después se desperezó. Pero no fue por voluntad propia, si no que lo despertaron los gritos de dos miembros de su orden que discutían sobre Riquelme y su participación en Boca y en la selección. Lucho ofició de árbitro, y mientras se sacaba una lagaña del ojo derecho, díjoles:
- Hermanos míos, el intercambio de ideas no debe conducir a enojos irracionales. La ira no tiene que ser partícipe en una discusión. Dejadla ir.
Avergonzados, ambos contrincantes dieronse un fuerte apretón de manos y continuaron con su diferencia de opiniones en un tono cordial.
Lucho fue hacia la cocina, abrió la heladera y descubrió con pesadumbre que no había más cerveza y, como ya sabemos, esto despertó la ira de oh Lucho, nuestro señor. Las dimensiones del cuerpo de Lucho parecían acrecentarse mientras infería insultos a diestra y siniestra. Y rompió una silla en la espalda del primero que acercose para calmarlo.

Subió a su camioneta 4x4 en busca de un almacén que le proveyera cerveza helada porque tenía que desayunar. Estacionó al lado de una camioneta que lo impactó, pero sin hacer acuse de recibo de sentimientos superficiales, focalizó su mente en la compra de cerveza. El almacenero, chismoso oficial del barrio, informabale de todo el puterío vecinal a una señora que había ido a comprar lavandina. Y Lucho escuchó como el muy chusma contaba con desprecio que el odontólogo de la otra cuadra, que había nacido en cuna de oro, y que en su vida tuvo que laburar, ahora elegido funcionario público por cuña política, casualmente habíase comprado la voluptuosa camioneta que estaba estacionada afuera.

Lucho interrumpióle la conversación al almacenero con la doña de la lavandina, y en tono pausado díjole:
- La envidia es un sentimiento negativo que opaca nuestro amor hacia el prójimo. No la sientas porque se te volverá en contra.
Y el almacenero se dio cuenta que sus pobres logros podían ser envidiados por hombres menos afortunados y que no era justo, porque se los había ganado con su esfuerzo. Él le pidió perdón a Lucho, y Lucho le pidió un cajón de cerveza helada.
Cargando el cajón de cerveza al hombro, llegó Lucho a la camioneta y no pudo evitar compararla con la lujosa y poderosa chata del odontólogo. Y pusose a mirarla más de cerca. Al divisar que la llave estaba puesta, sin pensarlo dos veces, se fue precipitadamente en la que, ahora, es su camioneta, gracias a los amigos del registro del automotor.
Volvió a su casa, llamó a uno de sus lacayos para que guarde las cervezas que quedaban, ya que en el camino se tomó 2 y decidió darse un baño. Pasó frente al espejo de la sala principal y detúvose a contemplarse unos minutos. Suspiró ante tanta belleza y al recibir la fragancia de su cuerpo recordó que iba a bañarse. Retomó el camino hacia el baño en suite de su habitación, y allí topose con Moria que estaba maquillándose, y sin miras de desocupar el baño. Lucho anoticiola de que quería bañarse, y Moria, recién llegada de viaje, y estando al tanto de la partuza de días atrás pareció no inmutarse. Pero Lucho, oh, sabio señor nuestro, comenzole a hablar de lo bien que se veía, de que no necesitaba maquillaje, que su hermosura natural era superior, y Moria, conmovida y halagada, dejole libre el baño, y despidiose con un beso.
- "La vanidad. Mi pecado favorito" – díjose Lucho y quedose ensayando poses y caras durante horas, acariciando y peinando sus dorados cabellos, hasta que finalmente se bañó.

Lucho, ¡te escucho!

Lectura del Evangelio de Lucho, capítulo XXV, versículos 14-32.
Gloria a Tí, Señor Lucho.

Estaba Lucho rascándose el higucho debajo de una palmera en una de las banquinas del Camino de Cintura, cuando una idea iliminóle el marote. "Ya es tiempo de ayudar a mis hermanos luchonistas a seguir el verdadero camino y que me devuelvan lo que tanto les he dado". Lucho levantose, sacudiose el polvo del trasero, encaminose hacia su objetivo: un programa en Radio 10. Las negociaciones no fueron sencillas, Hadad protestó y protestó: quería que Lucho firmara un contrato de exclusividad con la radio, pero Lucho se puso firme: "acá se hará mi soberanucha voluntad. Me das un millón de euros y hablo durante una hora, si se me canta, hereje irrecatado". Y así fue que Lucho comenzó su programa de ayuda psicológica.

-Hola, hermanucho. Hola, hermanucha. Aquí nos encontramos hoy reunidos en este espacio en Radio 10 para ayudarte a vos, hermanucho, y a vos, hermanucha a recuperar el verdadero camino, de la verdad y la vida en las enseñanzas de Lucho. Vamos ya con el primer oyente.

-Lucho, ¿te escucho?

-Así es hermanucha.

-¡Lucho Delfino no te puedo creer! ¡Es la primera vez que me comunico con vos! ¡Sos mi ídolo, Lucho, te amo!

-Lo bien que haces, hermanucha. Anda, dime tu nombre...

-Soy Teodolinda, Lucho. ¡Ay, Lucho cuánto soñé con este momento!

-¿De dónde eres?

-De Capital.

-Número de tu tarjeta de crédito.

-22897123674252.

-¿Clave?

-8914.

-Ahora sí, tu pregunta hermanucha.

-Lucho, mi esposo se está yendo por el mal camino. Me engaña, Lucho. Ve a cientos de mujeres. Yo no puedo creer que me abandone a mí, a mí que lo quiero tanto, Lucho.

-¿Más que a mí, tu santo dios Lucho?

-No, Lucho, nunca más que a tí. Quisiera saber, ¿qué debo hacer, oh Lucho?

-Te diré algo, hermanucha. ¿Tú sabes cuál era el apodo de Sigmund Freud?

-No.

-Lucho, hermanucha. Y era Lucho porque YO era Sigmund Freud hecho carne para iluminar a todos sobre la Tierra. Y como dije hace cien años: todo tiene que ver con el sexo, jejejejeje. Así que, hermanucha, da rienda suelta a la concupiscencia, voltéate a cuanto hermanucho se te cruce por el camino hasta que te quede así de grande y te vengues de tu marido.

-¿Así de grande, Lucho?

-Así de grande, hermanucha.

-Gracias, Lucho Delfino, gracias, eres un amor, te amo, Lucho, te amo.

-Bueno, hermanucha, bueno, ya basta. Te bendigo en el nombre de Lucho. Antes de ir al siguiente oyente vamos a escuchar este maravilloso anuncio con la dulce voz de Moria.

"Bodegas Lucho, el mejor tinto, anuncia a los hermanuchos la salida del envase formato damajuana, para los muchachos luchonistas que lo estaban esperando, atorados con el choripán en la garganta. Precio sugerido al público: 300 pesos. Descuento de cincuenta centavos a los compañeros luchonistas camioneros. Tomen y beban todos de él, porque este es el vino de Lucho. Haced esto en conmemoración suya".

-Hola, ¿con quién hablo?

-Gabriel Rolón, Lucho.

-Hola, hermanucho Gabriel, dime tu número de tarjeta de crédito por favor.

-Lucho dejá de robarme oyentes hijodelagranreputis...tuuuuuutuuuuuuuuutuuuuu...

-¡Ay, se cortó! Que pena. Próximo oyente, por favor.

-Lucho, ¿te escucho?

-Así es hermanucha, ¿con quién hablo?

-Lucho, soy Lucha, ¿podés creerlo? Nos llamamos igual, que casualidad, ¡aaaaaay no lo puedo creeer!

-Hermana Lucha, ¿de dónde sos?

-De Tucumán.

-¿Tucumán?

-Sí, Lucho.

-Ajá.

-Ajá.

-Si, dime, ¿qué es eso? ¿Una ciudad?

-Sí, Lucho, una ciudad, y una provincia también. Acá todos te re queremos, Lucho, sos nuestro ídolo, sos como un dios para nosotros.

-Seee... Tucumán... eeeeh... decime Lucha, en Tucumán ¿manejan tarjeta de crédito?

-Sí, claro, Lucho.

-¡Bienvenido Tucumán a Lucho, te escucho! Decime tu número de tarjeta, linda.

-26489217862266.

-Clave, linda.

-3658.

-Preguntá.

-Lucho yo quería contarte un problema que tengo. Todos los hombres me siguen, me aman, yo ya no sé qué hacer Lucho, ¿me entendés? Los hombres se enamoran de mí y no sé cómo evitarlo. Me escriben poemas, me tratan como una diosa. ¿Por qué siempre me pasa a mí? Ayúdame, oh Lucho, ayúdame.

-Dime hermanucha, ¿estás buena?

-Sí, Lucho.

-¿Tus medidas?

-105-60-108.

-Ajámm... dime... ¿Tucumán queda lejos de acá?

-Eeeh, sí bastante, Lucho.

-Oca, linda, vos quedate justo dónde estás que yo ya me teletransporto. Bien, hermanuchos, nuestro programa de hoy ha llegado a su fin. Nos encontraremos algún día, si me da la ganucha de volver a dirigirme a ustedes. Que Lucho los bendiga hermanuchos, no se olviden de comprar la damajuana Lucho y de enviar sus donaciones. Amén.

Y así fue como Lucho visitó Tucumán por primera vez. Y varias veces más. Y más. Y más.

Esta fue palabra de Lucho.
Te alabamos a Tí, señor Lucho.
Amén.

La ira de Lucho [Reloaded]

Retozando cuál manatí drogado, echóse Maria Palmira en los pastos, y mientras disfrutaba de un aire primaveral, entrábale a unos Bizcochos de grasa, cebándose unos mates con cascaritas de naranja seca.

De pronto, el cielo ennegrecióse, y con esplendorosos estruendos, las nubes juntáronse sobre su cabeza. La mañana, cálida de Villa Retiro, se tornó en un eléctrico tronar de trompetas, que con sonidos ensordecedores, encaminaron a Palmira a reflexionar acerca de la vida.
Preguntóse, a sí misma: ¿Hube de colgar la ropa?, ¿Hube de descolgarla más luego?.
Más los bizcochitos de grasa, cumplieron su cometido, interrumpiendo intempestivamente su profundo cavilar.
Palmira debióse rajar hacia el baño mas cercano, sin posibilidad alguna de repasar sus pensamientos.

Cuando de entremedio de la maleza, una luz, enceguecióla, dejándola paralizada.
Altivo y sonrojado, sorprendióla Lucho, portando uno de los pedos Biblicos más solemnes de los que jamás, Palmira hubiere conocido.
Y con su voz contemplativa, Lucho, revelóle una de las verdades mas verdaderas de la vida, mas o menos así:
“Soy la luz que os hará libres”, Más deberás entregarte con misericordia absoluta, a los ardores de mi carne, no sin antes cebarme unos matienzos, pero para mí sin azúcar, por qué estoy flojo de vientre.
Palmira, obedecióle con rigurosa voluntad. Mas a la media hora, el termo, quedóse casi sin agua, fue allí que nuestro Señor, díjole:
“Enfríose el agua, que nos ha dado de beber". Y hartóme de entrarle a los Don Satur, porque más luego paso del vientre flojo, al vientre afligido y taponado.
Ordénote, me entregues tu diezmo y de una corridita, llenes unos galones con el combustible Divino de las antiguas Deidades: "Cerveza”.
Palmira mirólo, y con pesar en su ojos contestóle:
"Muchas veces te he invocado, oh, Señor Lucho, mas nunca has respondido a mis plegarias. ¿Por qué habría yo de darte, entonces, mi diezmo para un galón de cerveza fresca y recién tirada?".

Palmira envalentonóse, y díjole con sobrada ira:
“Ni en pedo te doy $3 pesos, para comprar una Quilmes, es más, tu Reino de mierda puede irse literalmente al carajo. Ojalá se te caiga de cuajo, el maldito templo que tus devotos han levantado. Y que de entre los escombros, iracundos, salgan tus fieles, a cagarte, oportunamente a patadas. Cómo sigas rascándonos el mango, vas a terminar empalado en el medio de la estación Constitución, por demagogo, rata y autoritario”.

La furia de Lucho, despertóse con la tormenta, que tan solo habíase amedrentado. De entre los yuyos, abrióse una una zanja, y tragóse a Maria Palmira, con termo y todo.

Esa fue la última vez que otros fieles, supieron de ella.

Más toda esta historia déjanos una morajela:
“El control de la ira es necesario, cuando Lucho se pone a demandarnos. Una respuesta negativa despierta, la ira de los Dioses, y a la mierda.”.

Así habló lucho.-

Lucho conmigo


Encontrábase compungida, caminando por la calle cabizbaja y meditabunda, sumergida en sus cavilaciones y echóse a llorar desconsolada, dejándose caer de rodillas.Los primeros rayos de sol asomaban en el horizonte, irradiando una luz de tonos amarillentos y rojizos. Cegada por un destello que dióle en la cara, Claudina apenas distinguió la silueta de un hombre que atravesaba el desolado páramo. Él acercóse cautelosamente, y díjole:
- ¿Por qué estás despechada?
- Oh, extraño ser, ¿Cómo puedes compendrer la causa de mi tormento? - preguntóle Claudina.
- No conozco el motivo de tu pena, me refería a tu escote. ¿No tienes frío?

Lucho se presentó y ayudóle a incorporarse. Comenzaron a caminar con un ritmo pausado y entre sollozos Claudina fue contándole que desde que su amor habíale abandonado, no sabía que hacer consigo, que sus pensamientos y sentimientos enfrentábanse en batallas internas constantes. Que su vida era un eterna duda.
- No se si convertirme en flogger o volverme emo - díjole Claudina con la mirada perdida en dirección al suelo.
Lucho mordió su labio inferior para contener los improperios que su mente quería dejar escapar, y sujetóle lo cabellos a Claudina, y sin que ella pudiera siquiera pensar en lo que sucedería, arráncole con furia, por mechones, todos sus pelos.
- Ahora que estás calva hija mía, no tendrás más esas ideas locas, y no podrás, aunque quisieras, ser un miembro de tribus urbanas retorcidas, porque no tienes cabellos para peinarte - díjole con sabiduría Lucho. Y guardóse los cabellos en su gastado morral Prüne, pensando cuánto podría cobrar si lo vendía para extensiones.
Claudina sintió que ya no estaba poseída por pensamientos superficiales, y agradecióle a Lucho, abrazóle, ofreciéndole serle fiel siempre.
- Sólo quisiera terminar con la pena - díjole Claudina y arrodillóse ante él. Lucho tomóla de la mano, y díjole:
- Tienes que acabar con tu guerra interna. No es bueno que un ser bello pene - y las dos últimas palabras hicieron eco en la corrompida mente de Claudina. Lucho sintió que una gota cayó en su pie, y preguntóle.
- ¿Estás llorando?
- No, es baba - contestóle Claudina mientras pasaba su mano por la comisura de sus labios para secarse. Claudina miró hacia arriba y se detuvo en sus ojos.
- Véome reflajada en tu mirada. Tus ojos son espejos.
- Criatura mía, son los lentes de sol, recién vengo de la creamfields.
Claudina suspiró y tomándo coraje díjole:
- Ya no quiero estar sola. Ya no quiero pelear más conmigo misma.
- Ya no estás sola - díjole Lucho - Yo siempre estaré contigo, aunque no esté en cuerpo presente.
Y Claudina tuvo su revelación y díjose a si misma:
- Ya no lucho conmigo. Ahora está Lucho conmigo.
Y ambos adentráronse a los bosques de Palermo.

El evangelio según Lucho

Caminaba por el pasillo de su penthouse cuando un dolor abdominal lo obligó a detener el paso. Con una mano frotó su vientre al tiempo que realizaba un pequeño movimiento pélvico para expulsar de su cuerpo las molestas sensaciones. Efectivamente, se tiró un pedo. Inhaló. Recordó que estaba buscando su libro de cabecera y continuó el paso. Le gustaba llamarlo así porque durante años lo ayudó mucho. Lo usaba para apuntalar la pata de la cabecera de su cama. Llegó a la biblioteca. Los estantes estaban atiborrados de souvenirs de cumpleaños, casamientos y bautismos, más las pequeñas artesanías que Moria compraba los domingos en el Paseo de las Artes. Cinco lujosos ejemplares le daban sentido al nombre de dicho mueble. Entre ellos estaba el libro que Lucho necesitaba. Una edición del año 1984 de cuentos clásicos infantiles que lo acompañaba desde su más tierna edad. Tomó el best seller de tapas duras y se dirigió a su templo, es decir al baño, para leerlo.

Acaecida la tarde, encontrábase Lucho echado en un puff, con los ojos abiertos y la mirada perdida en el cielorraso, rumiando pensamientos varios. Pasaron algunas horas hasta que de súbito levantose. Encendió su notebook y empezó a tipear.
Moria pasó por su lado y preguntóle:
- ¿Qué estás escribiendo Lucho?
- El evangelio – díjole pausadamente.
- Pero si ya está escrito – contestole Moria sorprendida.
Lucho tomó aire y en un resoplido de marcada intolerancia contenida, espetole:
- Según la quinta acepción de la Real Academia Española, el evangelio es una verdad indiscutible.
- Ya está la cena – díjole Moria ignorando la explicación.

Al terminar la cena, Lucho continuó con su escrito. Luego lo imprimió y lo adhirió, con imanes de frutillas y sandías, a la puerta de la heladera:

"La lucha es la paz”: porque luchando se consiguen los logros que traen satisfacción, y la satisfacción trae paz al hombre.
"Internet es esclavitud": porque el hombre libre que elige entregarse a las bondades de la informática termina atrapado en sus redes.
"La ignorancia es bienaventuranza": porque el hombre que ignora los peligros y lo que puede lastimarlo vive feliz. Pensar es perder.

Días después Lucho convocó a sus discípulos. Cuando llegaron uno de ellos descubrió el texto de la heladera y preguntole a Moria:
- ¿Y esto?
- El evangelio – respondió – según Lucho.
- ¿Y Lucho donde está? – al unísono dijeron los fieles.
Moria recorrió con la vista la mesada donde por última vez vio el libro de cabecera de Lucho. No se encontraba allí.
- Está en el baño – contestoles – y esto que digo también es un evangelio. Es una verdad indiscutible – concluyó.

Cuando apareció Lucho explicole a sus discípulos los dichos de Moria y dijoles: Hijos míos. Lo único que se puede predicar es algo que no admite discusión. Y le dio una copia a cada uno del evangelio, según Lucho.

Palabra de Lucho.

El silencio de los herejes


Bautista Lista conoció a Lucho en un camping, cuando fue a pedir carbón para el asado a la carpa vecina. Moria, echada en una reposera no atinó a moverse y Lucho que hacía lo suyo, tirado en una lona, dijole:
- Debajo del asador tenés una bolsa. Si querés, llevala.
Bautista agradecido tomó la bolsa y se fue a la parrilla que le correspondía y dispúsose a preparar el fuego. Acomodó el carbón arriba de muchos papeluchos de diarios y acercó un fósforo encendido. Comenzaron las llamas a consumir el diario, penetrando y envolviendo el montículo de carbón. Absorto Bautista miraba como el carbón comenzaba a convertirse en brasa y reparó que él no se encendía hacía muchísimo tiempo.
- ¿No me tiras estas costillitas? – díjole una voz angelical a Bautista. Diose vuelta y vio a Lucho parado con un costillar en mano y con un pucho en la otra. Sin decir una palabra, Bautista tomó las costillas y púsolas junto con la carne que tenía para salar en una tabla.
- Hijo mío, se que al sentir el calor del fuego anhelas el calor de una mujer – sabiamente agregó Lucho y Bautista enmudeció, palideció y enrojeció, en ese orden. Finalmente habló:
- ¿Querés cerveza? – preguntole. Y sin esperar respuesta sacó una lata de una conservadora de plástico. Se acercó a Lucho y mientras caminaba abrió la lata y el contenido color oro espumante eyectó hacia la cara de Lucho, bañándole hasta los dorados cabellos.
- Perdoname flaco.
- Lucho.
- Perdoname Lucas.
- No, Lucho, no me bautices con otro nombre.
- Bueno, Lucho – respondió Bautista, temblando.
- Déjame disfrutar de los placeres de la carne asada, hijo mío, y vete a buscar los placeres de la carne que tanto extrañas – ordenole Lucho. Bautista obedeció al instante y desapareció de su vista.
No había terminado de tirar la carne en la parrilla cuando se le acercó un hombre:
- Flaco, me falta una bolsa de carbón que dejé debajo de aquel asador. ¿Sabés algo?
- No - respondiole Lucho devolviéndole una mirada ninguneadora.
- ¿Seguro? - apurole el extraño en actitud pendenciera.
- A mi nadie me trata de ladrón – dijole Lucho en tono calmado. Hipnotizado por las palabras de Lucho, el desconocido hombre agachó su cabeza en un claro gesto de disculpas, sin poder emitir un sonido con su boca, y alejose para siempre.

Así nos enseña Lucho en ésta crónica que su nombre no puede ser pronunciado en vano y mucho menos ser rebautizado; que no le provoca ira ser bañado con cerveza, pero si hubiera sido agua la historia hubiese sido distinta; que Lucho acepta, perdona y permite los placeres de las carne, en todos sus acepciones; que Lucho no puede ser injuriado falsamente, que los herejes que osen hacerlo quedarán condenados al silencio perpetuo alejándose, errantemente, de todo lo que conocen, porque Oh, Lucho, Nuestro Señor, sólo dijo donde había carbón, pero nunca lo tomó con sus manos.



Mandá Miento al 2020 [o de cómo nacieron los Mandamientos Luchísticos]

Una tarde de febrero, desconociendo el impulso que lo guiaba, Modesto subió el cerro Uritorco. Creía que una fuerza alienígena lo atraía hacia la cima. Nunca imaginó que se trataba de un ser celestial. Cuando terminó de ascender, asomose detrás de un arbusto un hombre de cabellos dorados que rozaban sus hombros al ritmo de la suave brisa que lo acariciaba. Modesto, estupefacto, con cara de imbécil, quedose callado. El hombre de dorados cabellos y figura esbelta tiró la colilla del cigarrillo que acababa de fumar y acercose a él:
- He estado esperándote Modesto. Tengo un encargo para tí - Dijole Lucho.
Asombrado de que aquel extraño supiera su nombre, Modesto no pudo más que asentir con la cabeza, mientras aguardaba las instrucciones.
El arbusto que Lucho dejó atrás, empezó a prenderse fuego. Minutos después Modesto descendía el cerro corriendo y luchando por su vida.
Una multitud reunida observaba el accionar de los bomberos. Modesto subiose al coche bomba y relató lo sucedido. Y Lucho dijome - anunció:

- No tendrás otros dioses delante de mí, ni atrás tampoco.
- No te harás ningún tatuaje que no sea mi nombre
- No pronunciarás el nombre de Lucho en vano
- Acuerdate del día sábado para salir de joda.
- Honra a tu padre y a tu madre para que te dejen la herencia.
- No cometerás adulterio si nunca te casas.
- No robarás sin llevar pa' las casas.
- No darás falso testimonio sin cruzar los dedos por atrás.
- No codiciarás la casa del country de tu prójimo, la mujer de tu prójimo, la impunidad, la
camioneta 4x4, el perro labrador, la empleada doméstica y demás posesiones de tu prójimo.
- No matarás sin un buen motivo.

Sin embargo Modesto nunca cumplió con la palabra de Lucho y tampoco se dedicó a difundirla adecuadamente. Abriose un local en la calle techada de Capilla del Monte, donde cobraba un entrada para contarle a los turistas y transeúntes los misteriosos hechos que sucedieron aquel febrero, pero cada vez que narraba cambiaba su versión, y por fallas de su memoria o caprichos ocultos, nunca decía la lista correctamente, olvidando algunas de sus prescripciones o haciendo combinaciones extrañas tales:
- No matarás en vano.
- No codiciariás la casa de tu prójimo sin un buen motivo.
- Acuerdate del sábado para cometer adulterio.

Modesto sintió un segundo llamado al cerro Uritorco. Lucho lo esperaba, sentado en un roca, tomando cerveza.
- Has desobedecido Modesto. Tendrás un castigo. Pero antes voy a escribirte la lista para que no te olvides ni te confundas - dijole Lucho. En silencio escribió dos papeluchos post it color amarillo, como sus cabellos, que contenía lo que denominó "la ley" :

- No te arrodillarás delante de otro Lucho.
- No te fabricarás dioses de cotillón.
- Observarás la fiesta de la vendimia.
- Durante 6 días trabajarás y el séptimo día estarás a mi disposición.
- Celebrarás las fiesta de creamfield, la navidad apócrifa, la navilucha y año nuevo.
- Tres veces al año haras limpieza general en tu casa y en la mía.
- No ofrecerás cerveza caliente ni mate dulce a nadie.
- No quedará para el día siguiente lo que pudiste comer hoy.
- Llevarás a mi casa tus mejores sueldos.
- No harás un asado sin invitarme.

Modesto tomó los papeluchos y comenzó el descenso. A los minutos volvió a por una copia porque se le habían volado. Afortunamente Lucho todavía estaba en la cima, empinando el codo. Esta vez Modesto guardó "la nueva ley" en el bolsillo y dirigiose a la imprenta del pueblo para hacer unos panfletos.
La transpiración de Modesto había hecho ilegible parte del contenido de los papeluchos. Temeroso de recibir otro castigo además del que le había sido anunciado pero no revelado, Modesto apeló a su memoria.
Desconocemos si Lucho cambió de opinión y no intervino en la impresión de los mandamientos, o si nunca se enteró de lo que escribió por exceso de alcohol en la sangre, o hubo un error de imprenta y nunca una fe de erratas. Hasta ahora los definitivos diez mandamientos que dejó Oh Lucho, nuestro señor, son los siguientes:

1. Amarás a Lucho por sobre todas las luchas.
2. No leerás el blog de Lucho en vano.
3. Santificarás las fiestas, partuzas y asados. Invitarás a Lucho
4. Honrarás a tu padre y a tu madre para que te dejen la herencia. El 50% de lo heredado será para Lucho.
5. No matarás salvo que sea absolutamente necesario. [No es absolutamente necesario cuando te miran mal o te dicen algo que no te gusta]
6. No cometerás actos impuros sin filmarlos y sin la participación de Lucho.
7. No robarás a Lucho. El 70 % de lo que robes se lo darás a Lucho.
8. No darás falso testimonio ni mentirás sobre Lucho.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros sin contarle a Lucho.
10. No codiciarás los bienes de Lucho.

Modesto recibió el castigo de su primer falta. Fue conminado a realizar trabajos forzosos: durante un año tuvo que realizarle la pedicuría a Lucho y depilarle la espalda con una pincita.


Cualquier parecido con alguna religión es pura coincidencia
.



El milagrucho

Levantose lucho, luego de dormir la mona durante 12 horas, y decidiose con los muchachos a hacer un asado. Caminó por los bosques en busca de leños para preparar el fuego pero, como es ecologista, prefirió no talar árboles y comprar carbón.
Mientras sus seguidores, quemábanse los dedos, abanicando las brazas con una pala, el echose en un puff a leer la revista Hombres, mientras tanto, golpeábales con una ramita de bambú, para incentivarles.
Mas cuando el fuego hubo de estar listo, saló la carne y dispúsose a ponerla en el asador,´para luego, volver a echarse en un puff.
De pronto, los cielos se cubrieron de nubes que, un claro intento de enturbiar la cálida tarde de Nuestro Señor, oh, Lucho, ennegrecieron el sol, opacando hasta el último haz de luz. Fué así que, las primeras gotas de lluvia no tardaron en llegar.

Sin embargo, ni lerdo ni perezoso, lucho levantóse del puff, apagó su Aipod y gritó a los cuatro vientos, -digo, a sus cuatro súbditos-:
“Me cultivaré, germinaré y seré millones”. No os preocupéis, hijos míos, con la ayuda de mis manitas, abriré los cielos para devolveros la luz. Vosotros debéis hacer la última cena, mientras yo me enturbino la melena con el viento del aire acondicionado.

Sin embargo, un trueno majestuoso apagó el silencio y saliose de entremedio de los cielos, un angelito anómalo, turbio y ligeramente maltrecho. El angelito era manco y solo contaba con un ala. Volaba en círculos y tardóse en llegar hasta Lucho, más o menos, 20 minutos. Cuando por fin, luego de pifiarle al suelo varias veces y darse sucesivos porrazos contra la medianera, revoloteo en pequeños óvalos y díjole a Lucho:
-Oh, señor, Soy el Angelito Mareador, disculpa mi intromisión, más vuestro Padre, el Dios Mayor, os envía un mensaje.

-Escúchote, oh, Angel Mareador: ¿Cuál es el mensaje de mi Padre?.

-Dice que no seais, boludo, y que obréis un milagrucho. Es la última cena - del año-, y por lo tanto, podeis pedir, aún, el Regalucho de Reyes, aprovechaos, que el viejo anda con guita porque cobró el aguinaldo.

-Oh, Angelito Mareador, gracias por el mensajucho. Ahora mismo reúno a mis siervos, y obro el milagrucho.



Fue así, qué Lucho arrodillose y espetole al cielo:

-No me hagáis esto, hoy no.
En ese mismísimo instante, las nubes se disiparon y, por obra de Nuestro Señor, Oh, Lucho, la lluvia amainó y, no solo eso, además volvió a brillar el sol.
Empedados hasta el ocote, Lucho y sus Discípulos, esperaron la advenida del nuevo año. Con chorizos, pero sin chancho, se quedaron con un solo pan. Fue ahí, que lucho, multiplicólo y diole de comer, a sus siervas y a sus siervos. Mientras, cortaban el turrón canturreando villancicos, felices y austeros, pero siempre damajuaneros, estrecharon con ahínco, las copas entre los cinco.



Amén y amén, gloria a Lucho.


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[Ya salieron las nuevas estampitas 'Yo, Lucho' 2009, pedilas en todos los quioscos de Diarios y revistas. Envíos al interior, 40% más caro. Precio sugerido, $150, aunque Lucho se reserva el derecho de cambiarlo cuando se le anotoje.]

Pecados capitaluchos

Paseábase Lucho, una fría tarde de agosto, por el buffette de una quermés de San Vicente; pensativo puso su mano izquierda en su pera, debatiéndose si pedía un choripán o un plato de locro. Decidiose por el chori y pidiole al señor buffettero que se lo prepare con mucho chimichurri. Divisó al lado una pareja, que mientras aguardaban ser atendidos, no podían contener sus deseos carnales, y besábanse descontrolados mientras sus manos recorrían pasionalmente distintas partes de sus cuerpos. Lucho apuró el chori de un bocado, cual eruto de bebé hizo provecho y acercose a la pareja. Separóles y ante el desconcierto de ambos, dijoles:
- No permitan hermanos míos que la lujuria controle sus impulsos – y sin agregar más Lucho se alejó.
La pareja sintió pudor y comprendieron las sabías palabras luchezcas y prometieronse no caer ante la tentación de la carne.
Lucho dirigiose hasta un kiosco, compró profilácticos y se fue, como la jerga indica, de putas, porque ver a la pareja lo había excitado.

Horas más tarde, salió del cabarute con un hambre mesiánico y entró al primer bodegón que se le apareció en el camino. Un gordo, ubicado en el centro del comedor, estaba entrándole al quinto plato de fideos con abundante salsa, como si de su última cena se tratara. Lucho sentose a la mesa del gordo y díjole:

- Si estuvieras comiendo fideos nada más, y no salsa con fideos, pensaría que tienes hambre y no la gula que te está consumiendo por dentro.
Mientras Lucho alejabase, el gordo apenose de sí mismo, largó el plato y echose a llorar.
Lucho hizo un par de llamadas desde su iphone, envió algunos emails, y organizó un asado, en menos de 5 minutos, de proporciones babilónicas calculando 2 kilos y medio de carne por persona, para comer como lechón hasta que no queden ni los cartílagos y 15 litros de alcohol per cápita. Pidió una docena de empanadas árabes en el bodegón para manducar camino hacia el supermercado.

Encontrose en la puerta del super con sus comensales, cuando acabose la última empanada, y repartiole las instrucciones para que realizaran las compras.

Observó Lucho que el encargado del supermercado estaba obsesionado haciendo la cuenta del dinero en efectivo que había en la caja y que sus ojos titilaban de encanto ante el vil metal. Disimuladamente acercose al mostrador y comprobó que al encargado se le hacía agua a la boca al tener fajos de billetes en sus manos mientras susurraba repetidamente: “my precious”.
- Hijo mío – díjole Lucho – No debes permitir que el símbolo de la burguesía y el capitalismo desvíe tu mirada del mundo y que la avaricia sea tu única meta.
El encargado escuchó un “click – caja” en su mente y desprendiose de los billetes como si le estuvieran quemando las manos.
Lucho retirose del supermercado con los comensales. Llegados a su casa, Lucho hizo la cuenta de lo gastado y cobrole a cada uno de ellos un 200% más de lo que les correspondía alegando guardar el dinero para el próximo asado.

Después de pasar toda una noche y el día siguiente comiendo y bebiendo, a Lucho pintole sueño. Fue el último en terminar de comer, por lo que encontrose que todas las habitaciones de su casa estaban ocupadas por sus invitados que pernoctaban plácidamente. Intentó echar a patadas a uno que dormía en su cama, pero al comprender que su estado se debía a un coma alcohólico decidió dejarlo reposar y se fue a otra habitación. Prendió la luz y quien dormía allí abrió los ojos. Lucho díjole:

- La pereza es traicionera porque domina nuestra voluntad. No muestres flojedad. Debemos limpiar lo que hemos ensuciado.

El comensal levantose de un salto y dispúsose a limpiar todo la casa. Lucho arrojose a la cama como si hiciera un clavado en una pileta olímpica y 4 días después se desperezó. Pero no fue por voluntad propia, si no que lo despertaron los gritos de dos miembros de su orden que discutían sobre Riquelme y su participación en Boca y en la selección. Lucho ofició de árbitro, y mientras se sacaba una lagaña del ojo derecho, díjoles:

- Hermanos míos, el intercambio de ideas no debe conducir a enojos irracionales. La ira no tiene que ser partícipe en una discusión. Dejadla ir.
Avergonzados, ambos contrincantes dieronse un fuerte apretón de manos y continuaron con su diferencia de opiniones en un tono cordial.
Lucho fue hacia la cocina, abrió la heladera y descubrió con pesadumbre que no había más cerveza y, como ya sabemos, esto despertó la ira de oh Lucho, nuestro señor. Las dimensiones del cuerpo de Lucho parecían acrecentarse mientras infería insultos a diestra y siniestra. Y rompió una silla en la espalda del primero que acercose para calmarlo.

Subió a su camioneta 4x4 en busca de un almacén que le proveyera cerveza helada porque tenía que desayunar. Estacionó al lado de una camioneta que lo impactó, pero sin hacer acuse de recibo de sentimientos superficiales, focalizó su mente en la compra de cerveza. El almacenero, chismoso oficial del barrio, informabale de todo el puterío vecinal a una señora que había ido a comprar lavandina. Y Lucho escuchó como el muy chusma contaba con desprecio que el odontólogo de la otra cuadra, que había nacido en cuna de oro, y que en su vida tuvo que laburar, ahora elegido funcionario público por cuña política, casualmente habíase comprado la voluptuosa camioneta que estaba estacionada afuera.

Lucho interrumpióle la conversación al almacenero con la doña de la lavandina, y en tono pausado díjole:
- La envidia es un sentimiento negativo que opaca nuestro amor hacia el prójimo. No la sientas porque se te volverá en contra.
Y el almacenero se dio cuenta que sus pobres logros podían ser envidiados por hombres menos afortunados y que no era justo, porque se los había ganado con su esfuerzo. Él le pidió perdón a Lucho, y Lucho le pidió un cajón de cerveza helada.
Cargando el cajón de cerveza al hombro, llegó Lucho a la camioneta y no pudo evitar compararla con la lujosa y poderosa chata del odontólogo. Y pusose a mirarla más de cerca. Al divisar que la llave estaba puesta, sin pensarlo dos veces, se fue precipitadamente en la que, ahora, es su camioneta, gracias a los amigos del registro del automotor.

Volvió a su casa, llamó a uno de sus lacayos para que guarde las cervezas que quedaban, ya que en el camino se tomó 2 y decidió darse un baño. Pasó frente al espejo de la sala principal y detúvose a contemplarse unos minutos. Suspiró ante tanta belleza y al recibir la fragancia de su cuerpo recordó que iba a bañarse. Retomó el camino hacia el baño en suite de su habitación, y allí topose con Moria que estaba maquillándose, y sin miras de desocupar el baño. Lucho anoticiola de que quería bañarse, y Moria, recién llegada de viaje, y estando al tanto de la partuza de días atrás pareció no inmutarse. Pero Lucho, oh, sabio señor nuestro, comenzole a hablar de lo bien que se veía, de que no necesitaba maquillaje, que su hermosura natural era superior, y Moria, conmovida y halagada, dejole libre el baño, y despidiose con un beso.

- “La vanidad. Mi pecado favorito”– díjose Lucho y quedose ensayando poses y caras durante horas, acariciando y peinando sus dorados cabellos, hasta que finalmente se bañó.




El último asado

Todos sabemos que para covertirse en mártir primero hay que morir. Y Lucho no es la excepción. Para promover su fe, nuestro señor Lucho tomó la decisión de morir y resucitar, y así lo hizo.
Antes de morir, Lucho mandó un sms a sus 12 apóstoles para festejar la resurrección anticipada, con una reunión que los cronistas han dado en llamar "El último asado". Las mujeres llevaban el pan, los varones el vino.

Asistieron los 12 apóstoles: Armando, Alejo, Rocío, Lucía, Mateo, Jime, Lia, Moria, Rosa, Reina, Lidia, y Tránsito.


Las crónicas cuentan que Armando, armando la mesa estaba, mientras que Alejo se alejó de Rosa, que roza la pierna de Jime y ella gime de placer, por lo que Moria se moría de celos. Mateo mateó unos amargos cebados por Lidia y Lía, que Lían y lidian con la yerba. Tránsito transitó por el sector donde reina Reina, y Lucía lucía hermosa hasta que Rocío roció su vestido con un terrible escupitajo.

A esta altura nuestro mártir estaba confundido, y fue el momento justo para transmitir al mundo su mensaje:

"Lucho, hermanos míos, es verbo, no sustantivo"

Lucho, su lucha con el hidro

Dispúsose Lucho a lavar la 4x4 y dirigiose a buscar la hidrolavadora que estaba guardada en el pieza del fondo. Tomola de la manija y llevola hasta el frente de la casa de 2 pisos. Enchufó la maquinola, mientras le gritó a Moria que le cebe unos amargos. Unió la manguera a la canilla, giró la perilla, presionó on y la hidrolavadora no funcionaba. Abatido por el desaire de la maldita máquina, deshaciose de ella y sin ganas de seguir luchando, le dijo a Moria que cancele los mates, balbuceo insultos y subió hacia la habitación.
El calor que hacía, el enojo y su cuerpo en movimiento, habíanle hecho sudar. Lucho levantó el brazo derecho, acercó su nariz a su axila y después de un gesto de desagrado, dirigiose al baño, acercose al hidromasajes, puso el tapón, giró las perillas de fría y caliente y echose en la cama hasta que la bañera se llenase.
Después de que Moria le gritase que no podía ser tan animal de dejar la canilla abierta y dormirse una siesta y permitir que el baño se inunde, supo Lucho que podía ir a bañarse y desnudose en el camino de la habitación hacia el baño en suit. Zambullose en el hidromasaje salpicando hacia todas direcciones. Encendió el hidro. Y nada. No había burbujas, no había masajes. Desahuciado, Lucho salióse del agua, se vistió, sin secarse, con lo primero que encontró [un vestido hindú de Moria], tomó las llaves de la camioneta, subió, arrancó y se fue como sin rumbo, en dirección a la sierras. Dejó estacionada la chata cuando ya no hubo caminos para avanzar y continuó a pie. Descubrió un arroyo fresco, más allá un manantial del cual bebió agua cristalina. Y un poco después, en medio de una montaña y abundante vegetación, vio una cascada que arremetía con fuerza su caudal. Y Lucho despojose del vestido, arrojóle hacia una orilla y obtuvo un hidromasaje natural debajo de la cascada. Cada chorro de agua que presionaba en su espalda, iba relajándolo y en su mente, que entró en el trance de la tranquilidad serrana, una idea, o por qué no, una revelación se le representó. Y Lucho supo lo que tenía que hacer. Fue así que Lucho abandonó las comodidades de la sociedad de consumo [al menos por un tiempo]. Cambió los jeans por las túnicas [comprobó que los vestidos hindúes son más cómodos pero le quedaban ridículo]. Lucho se apropió del terreno [en forma legal, por supuesto], privatizó la cascada e inauguró el primer spa con hidromasaje natural [La posada de Lucho]. Comprendió que su misión en el mundo era hacer el bien al prójimo [al que tuviera dinero para hospedarse en la posada] y que la relajación es el punto de partida del camino espiritual.
Lucho nos enseña desde ese momento que no hay que hacer el bien sin mirar a quien, porque no todos tienen la suficiente disponibilidad [económica] para encauzar su vida al mundo espiritual despojándose de sus bienes materiales y depositándolos en las arcas de nuestro guía, Lucho, para que él, sabiamente, los distribuya [en sus propiedades]. Despréndanse de sus posesiones, dejen la mala vida. Hermanos míos, no seais debiluchos.



Para reservas enviá tu mail a meduchoconlucho@gmail.com, ingresá a www.laposadadelucho.com o llamá al 0800-spa-lucho. Habitaciones con cascada en suit. Desayuno autoservice silvestre [frutos serranos y vegetación autóctona]. Luchobar [sólo bebidas alcohólicas]. La posada de Lucho realiza descuentos a estudiantes y a jubilados sólo en temporada baja. La temporada es baja a criterio de Lucho.



Lucho conmigo

Encontrábase compungida, caminando por la calle cabizbaja y meditabunda, sumergida en sus cavilaciones y echóse a llorar desconsolada, dejándose caer de rodillas.
Los primeros rayos de sol asomaban en el horizonte, irradiando una luz de tonos amarillentos y rojizos. Cegada por un destello que dióle en la cara, Claudina apenas distinguió la silueta de un hombre que atravesaba el desolado páramo. Él acercóse cautelosamente, y díjole:
- ¿Por qué estás despechada?
- Oh, extraño ser, ¿Cómo puedes compendrer la causa de mi tormento? - preguntóle Claudina.
- No conozco el motivo de tu pena, me refería a tu escote. ¿No tienes frío?

Lucho se presentó y ayudóle a incorporarse. Comenzaron a caminar con un ritmo pausado y entre sollozos Claudina fue contándole que desde que su amor habíale abandonado, no sabía que hacer consigo, que sus pensamientos y sentimientos enfrentábanse en batallas internas constantes. Que su vida era un eterna duda.
- No se si convertirme en flogger o volverme emo - díjole Claudina con la mirada perdida en dirección al suelo.
Lucho mordió su labio inferior para contener los improperios que su mente quería dejar escapar, y sujetóle lo cabellos a Claudina, y sin que ella pudiera siquiera pensar en lo que sucedería, arráncole con furia, por mechones, todos sus pelos.
- Ahora que estás calva hija mía, no tendrás más esas ideas locas, y no podrás, aunque quisieras, ser un miembro de tribus urbanas retorcidas, porque no tienes cabellos para peinarte - díjole con sabiduría Lucho. Y guardóse los cabellos en su gastado morral Prune, pensando cuánto podría cobrar si lo vendía para extensiones.
Claudina sintió que ya no estaba poseída por pensamientos superficiales, y agradecióle a Lucho, abrazóle, ofreciéndole serle fiel siempre.
- Sólo quisiera terminar con la pena - díjole Claudina y arrodillóse ante él. Lucho tomóla de la mano, y díjole:
- Tienes que acabar con tu guerra interna. No es bueno que un ser bello pene - y las dos últimas palabras hicieron eco en la corrompida mente de Claudina. Lucho sintió que una gota cayó en su pie, y preguntóle.
- ¿Estás llorando?
- No, es baba - contestóle Claudina mientras pasaba su mano por la comisura de sus labios para secarse.
Claudina miró hacia arriba y se detuvo en sus ojos.
- Véome reflajada en tu mirada. Tus ojos son espejos.
- Criatura mía, son los lentes de sol, recién vengo de la creamfields.
Claudina suspiró y tomándo coraje díjole:
- Ya no quiero estar sola. Ya no quiero pelear más conmigo misma.
- Ya no estás sola - díjole Lucho - Yo siempre estaré contigo, aunque no esté en cuerpo presente.
Y Claudina tuvo su revelación y díjose a si misma:
- Ya no lucho conmigo. Ahora está Lucho conmigo.
Y ambos adentráronse a los bosques de Palermo.

La ira

Retozando cuál manatí drogado, echóse Maria Palmira en los pastos, y mientras disfrutaba de un aire primaveral, entrábale a unos Bizcochos de grasa, cebándose unos mates con cascaritas de naranja seca.

De pronto, el cielo ennegrecióse, y con esplendorosos estruendos, las nubes juntáronse sobre su cabeza. La mañana, cálida de Villa Retiro, se tornó en un eléctrico tronar de trompetas, que con sonidos ensordecedores, encaminaron a Palmira a reflexionar acerca de la vida.
Preguntóse, a sí misma: ¿Hube de colgar la ropa?, ¿Hube de descolgarla más luego?.
Más los bizcochitos de grasa, cumplieron su cometido, interrumpiendo intempestivamente su profundo cavilar.
Palmira debióse rajar hacia el baño mas cercano, sin posibilidad alguna de repasar sus pensamientos.

Cuando de entremedio de la maleza, una luz, enceguecióla, dejándola paralizada.
Altivo y sonrojado, sorprendióla Lucho, portando uno de los pedos Biblicos más solemnes de los que jamás, Palmira hubiere conocido.
Y con su voz contemplativa, Lucho, revelóle una de las verdades mas verdaderas de la vida, mas o menos así:
“Soy la luz que os hará libres”, Más deberás entregarte con misericordia absoluta, a los ardores de mi carne, no sin antes cebarme unos matienzos, pero para mí sin azúcar, por qué estoy flojo de vientre.
Palmira, obedecióle con rigurosa voluntad. Mas a la media hora, el termo, quedóse casi sin agua, fue allí que nuestro Señor, díjole:
Enfríose el agua, que nos ha dado de beber". Y hartóme de entrarle a los Don Satur, porque más luego paso del vientre flojo, al vientre afligido y taponado.
Ordénote, me entregues tu diezmo y de una corridita, llenes unos galones con el combustible Divino de las antiguas Deidades: "Cerveza”.
Palmira mirólo, y con pesar en su ojos contestóle:
"Muchas veces te he invocado, oh, Señor Lucho, mas nunca has respondido a mis plegarias. ¿Por qué habría yo de darte, entonces, mi diezmo para un galón de cerveza fresca y recién tirada?".

Palmira envalentonóse, y díjole con sobrada ira:
“Ni en pedo te doy $3 pesos, para comprar una Quilmes, es más, tu Reino de mierda puede irse literalmente al carajo. Ojalá se te caiga de cuajo, el maldito templo que tus devotos han levantado. Y que de entre los escombros, iracundos, salgan tus fieles, a cagarte, oportunamente a patadas. Cómo sigas rascándonos el mango, vas a terminar empalado en el medio de la estación Constitución, por demagogo, rata y autoritario”.

La furia de Lucho, despertóse con la tormenta, que tan solo habíase amedrentado. De entre los yuyos, abrióse una una zanja, y tragóse a Maria Palmira, con termo y todo.

Esa fue la última vez que otros fieles, supieron de ella.

Más toda esta historia déjanos una morajela:
“El control de la ira es necesario, cuando Lucho se pone a demandarnos. Una respuesta negativa despierta, la ira de los Dioses, y a la mierda.”.

Así habló lucho.-


parabolucho estrambótico con moralejas de sopetón

estaba lucho, nuestro mártir no autoflagelante, remojándose las patas en una palangana para conjurar los efectos nocivos del calor recalcitrante. ocupado en tan compleja tarea, así, medio como quien no quiere la cosa, le pegó un trance de novela, que lo dejó con los ojitos en blanco y la capocha dando vueltas cual versión masculina y autóctona de linda blair en el exorcista. menos mal que estaba solo, porque si alguien lo hubiera visto en vivo y en directo, hubiera sufrido un julepe de esos que te ponen el pelo blanco de inmediato y te dejan babeándote y diciendo boludeces sólo comparables a las rimas del gatienzo franchese. en fin.

estos estados de trance, iluminaciones profanas o visiones luchísticas son muy comunes en la vida de nuestro guía espiritual, así que más vale que nos vayamos acostumbrando. aparentemente, con las patas aún en remojo, lucho se las ingenió para registrar el producto alumbrado en este trance, porque sabía que, cuando se le pasara, no se iba a acordar nada de nada. el documento, que se conserva embalsamado en la biblioteca del santuario luchístico ilustrado, consiste en un trozo de caja de cartón, en el que de puño y letra del mismísimo lucho, se han consignado las máximas que reproducimos a continuación, para gozo, regocijo y bienestar de quienes ya son sus discípulos y de quienes no siéndolo todavía, queden emebelesados con su figura y decidan colaborar con el sustento de este blog [sólo en efectivo; no se aceptan tarjetas de crédito ni cheques de viajero. gracias.].

entre manchas de grasa [cuyas formas están siendo estudiadas por científicos de la universidad del gran pendorcho, puesto que muchos fieles han visto en ellas mensajes divinos encarnados en patos de hule, sandalias franciscanas e imágenes del propio lucho en persona], el trance n°435 nos ha dejado las siguientes moralejas de sopetón:

"nunca te rasques las orejas en público, puesto que el cerumen es la encarnación del demonio y siempre tiende a salirse para afuera cuando no tenés pañuelito ni posibilidades de disimular."

"no hagas como el cuervo: deja a los tuyos a su propia suerte. no se beneficiarán pero, por lo menos, no te arrancarán los ojos."

"al lucho lo que es del lucho y vox populi, vox luchei"

"el gran secreto y misterio de la vida es [laguna en el manuscrito. los estudiosos consideran que lucho mojó sin querer el texto haciendo alarde de sus patas mojadas] porque a la final es lo mismo"

"dejá para mañana lo que puedas hacer hoy, si total, no puede importar menos lo que hagas. ¿qué te creés que sos? ¿el futuro premio nobel de medicina? hacé el favor..."

"el sonido del mar puede reproducirse casi casi igualito in situ si te ponés un vaso en la oreja, piscuí"

así habló lucho. agradezcan, mierdas, y dejen de preguntar qué quiso decir. si ustedes son bobitos, no es culpa de lucho, ¿estamos? cuando estén listos para abrir su alma desprejuicidamente a él, lo entenderán todo. y ahora rajen ya mismo de acá, que se me llena el antro de chusma.

o reee mooosss

Lucho por ser feliz

Sucedió en el octavo día del mes décimo del año 2008, estando Antonia en medio de la multitud, junto al mar, que fueron abiertos los cielos, y vió a Lucho.
Allí puso sobre ella su mano, la forma de su cara no era la de un hombre, era la de un ser iluminado (quizás porque estaba muy fuerte el sol).
Él vestía una túnica celeste marca Lacoste y sandalias franciscanas que usaba con medias, medias rojas rayadas con un agujerito en el dedo gordo, su pelo se confundía con el color dorado de la arena.
Dijo Lucho, dirigiéndose a ella, con esa voz de la que sólo ángeles son dignos "levántate, vete a aquellos arbustos y hablaré contigo", ella no preguntó las razones, ella estaba hechizada con la luz azul que sus ojos irradiaban, y se dirigió a los arbustos ciegamente, tropezando ciegamente y cayendo ciegamente hasta abrir los ojos y volver a ser encandilada por Lucho, ahora encima de ella.
Entonces Lucho entró en su espíritu y la puso... puso a Antonia sobre sus pies y le habló diciendo:
"Todos tenemos el derecho de luchar por nuestra felicidad"
A lo que Antonia respondió "yo lucho"
y Él concluyó "Yo, también".
 

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