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Ya salió Curdas Tóxicas

No te pierdas el nuevo manual de autoayuda de Lucho Estamateado:  
Curdas Tóxicas



¿No sabés cómo empedarte y seguir parado?

¿Querés chupar a mansalva y no te da el cuero?

¿No encontrás cura para la resaca?

¿No sabés disimular la ebriedad y el mal aliento?


Lucho Estamateado te enseña, en tan sólo 20 capítulos, a chupar y chupar denserio.

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Mandá Miento al 2020 [o de cómo nacieron los Mandamientos Luchísticos] [Reloaded]

Una tarde de febrero, desconociendo el impulso que lo guiaba, Modesto subió el cerro Uritorco. Creía que una fuerza alienígena lo atraía hacia la cima. Nunca imaginó que se trataba de un ser celestial. Cuando terminó de ascender, asomose detrás de un arbusto un hombre de cabellos dorados que rozaban sus hombros al ritmo de la suave brisa que lo acariciaba. Modesto, estupefacto, con cara de imbécil, quedose callado. El hombre de dorados cabellos y figura esbelta tiró la colilla del cigarrillo que acababa de fumar y acercose a él:
- He estado esperándote Modesto. Tengo un encargo para tí - Dijole Lucho.
Asombrado de que aquel extraño supiera su nombre, Modesto no pudo más que asentir con la cabeza, mientras aguardaba las instrucciones.
El arbusto que Lucho dejó atrás, empezó a prenderse fuego. Minutos después Modesto descendía el cerro corriendo y luchando por su vida.
Una multitud reunida observaba el accionar de los bomberos. Modesto subiose al coche bomba y relató lo sucedido. Y Lucho dijome - anunció:

- No tendrás otros dioses delante de mí, ni atrás tampoco.
- No te harás ningún tatuaje que no sea mi nombre
- No pronunciarás el nombre de Lucho en vano
- Acuerdate del día sábado para salir de joda.
- Honra a tu padre y a tu madre para que te dejen la herencia.
- No cometerás adulterio si nunca te casas.
- No robarás sin llevar pa' las casas.
- No darás falso testimonio sin cruzar los dedos por atrás.
- No codiciarás la casa del country de tu prójimo, la mujer de tu prójimo, la impunidad, la
camioneta 4x4, el perro labrador, la empleada doméstica y demás posesiones de tu prójimo.
- No matarás sin un buen motivo.

Sin embargo Modesto nunca cumplió con la palabra de Lucho y tampoco se dedicó a difundirla adecuadamente. Abriose un local en la calle techada de Capilla del Monte, donde cobraba un entrada para contarle a los turistas y transeúntes los misteriosos hechos que sucedieron aquel febrero, pero cada vez que narraba cambiaba su versión, y por fallas de su memoria o caprichos ocultos, nunca decía la lista correctamente, olvidando algunas de sus prescripciones o haciendo combinaciones extrañas tales:
- No matarás en vano.
- No codiciariás la casa de tu prójimo sin un buen motivo.
- Acuerdate del sábado para cometer adulterio.

Modesto sintió un segundo llamado al cerro Uritorco. Lucho lo esperaba, sentado en un roca, tomando cerveza.
- Has desobedecido Modesto. Tendrás un castigo. Pero antes voy a escribirte la lista para que no te olvides ni te confundas - dijole Lucho. En silencio escribió dos papeluchos post it color amarillo, como sus cabellos, que contenía lo que denominó "la ley" :

- No te arrodillarás delante de otro Lucho.
- No te fabricarás dioses de cotillón.
- Observarás la fiesta de la vendimia.
- Durante 6 días trabajarás y el séptimo día estarás a mi disposición.
- Celebrarás las fiesta de creamfield, la navidad apócrifa, la navilucha y año nuevo.
- Tres veces al año haras limpieza general en tu casa y en la mía.
- No ofrecerás cerveza caliente ni mate dulce a nadie.
- No quedará para el día siguiente lo que pudiste comer hoy.
- Llevarás a mi casa tus mejores sueldos.
- No harás un asado sin invitarme.

Modesto tomó los papeluchos y comenzó el descenso. A los minutos volvió a por una copia porque se le habían volado. Afortunamente Lucho todavía estaba en la cima, empinando el codo. Esta vez Modesto guardó "la nueva ley" en el bolsillo y dirigiose a la imprenta del pueblo para hacer unos panfletos.
La transpiración de Modesto había hecho ilegible parte del contenido de los papeluchos. Temeroso de recibir otro castigo además del que le había sido anunciado pero no revelado, Modesto apeló a su memoria.
Desconocemos si Lucho cambió de opinión y no intervino en la impresión de los mandamientos, o si nunca se enteró de lo que escribió por exceso de alcohol en la sangre, o hubo un error de imprenta y nunca una fe de erratas. Hasta ahora los definitivos diez mandamientos que dejó Oh Lucho, nuestro señor, son los siguientes:

1. Amarás a Lucho por sobre todas las luchas.
2. No leerás el blog de Lucho en vano.
3. Santificarás las fiestas, partuzas y asados. Invitarás a Lucho
4. Honrarás a tu padre y a tu madre para que te dejen la herencia. El 50% de lo heredado será para Lucho.
5. No matarás salvo que sea absolutamente necesario. [No es absolutamente necesario cuando te miran mal o te dicen algo que no te gusta]
6. No cometerás actos impuros sin filmarlos y sin la participación de Lucho.
7. No robarás a Lucho. El 70 % de lo que robes se lo darás a Lucho.
8. No darás falso testimonio ni mentirás sobre Lucho.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros sin contarle a Lucho.
10. No codiciarás los bienes de Lucho.

Modesto recibió el castigo de su primer falta. Fue conminado a realizar trabajos forzosos: durante un año tuvo que realizarle la pedicuría a Lucho y depilarle la espalda con una pincita.


Cualquier parecido con alguna religión es pura coincidencia
.



No estaba muerto, estaba de parranda

Lectura del Santo Libro de las Cartas de Lucho: Carta de Lucho a los compañeros luchonistas.
Gloria a Tí, Señor Lucho.

From: yosoyluchoagregameatumsn@hotmail.com
To: companierosluchonistas@gmail.com

Asunto: Volveré y serán millones

Compañeros luchonistas: sé que mi ausencia les llama la atención. Sé, compañeros, que se preguntan dónde está Lucho, oh, ¿dónde está nuestro Señor, oh, qué será de nosotros sin nuestro guía, oh? Sé que algunas voces han proclamado mi muerte, sé que han aparecido falsos mesías que anunciaban el apocalipsis, el cierre de Clarín y el retiro definitivo de Lilita de la vida política. ¡Calumnias, compañeros!

No temáis, compañeros luchonistas, no temáis. Lucho no está muerto. Lucho está de parranda. Y Lucho seguirá de parranda en Ibiza hasta que el hígado prácticamente le quede destruído después de tanta alcohol. Hasta entonces, compañeros, deberán proclamar mi regreso a los cuatro vientos. Así es hermanos, comprarán un canal de televisión y anunciarán con gozo la vuelta de vuestro señor Lucho, que vendrá a esclavizarlos por toda la eternidad o hasta que decida irse de nuevo de parranda. Hermanos, ¡volveré y tendré millones... de dólares que ustedes transferirán de sus sueldos hacia el Lucho Standard Bank!

Compañeros, para terminar, tengo una gran noticia, una que los llenará de felicidad: van a ser padres, compañeros luchonistas. ¿Recuerdan esa partida de profilácticos que la obra social repartió de manera gratuita como parte del Plan Lucho de Planificación Familiar? Bueno, compañeros, los preservativos estaban todos pinchados, los compré con descuento con los fondos de la Obra Social de los Compañeros Luchonistas (OB.SO.CO.LU.). ¡Alegrémonos, oh, compañeros luchonistas! En nueve meses tendrán pequeños compañeritos luchonistas que adorarán a vuestro Señor Lucho, por los siglos de los siglos, amén.

Bueno compañeros, me voy yendo para la orgía que están organizando acá los muchachos de Ibiza. Un mandamiento nuevo les doy: Ámense, reprodúzcanse y transfieran sus bienes al Lucho Standard Bank. Haced esto en conmemoración mía.

Fue Palabra Mía.

Te alabamos, Lucho.
Gloria a Tí, Señor Lucho.



¿Tenés un problema? Don lucho te atiende [y cómo]


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Pecados capitaluchos [reloaded]

Paseábase Lucho, una fría tarde de agosto, por el buffette de una quermés de San Vicente; pensativo puso su mano izquierda en su pera, debatiéndose si pedía un choripán o un plato de locro. Decidiose por el chori y pidiole al señor buffettero que se lo prepare con mucho chimichurri. Divisó al lado una pareja, que mientras aguardaban ser atendidos, no podían contener sus deseos carnales, y besábanse descontrolados mientras sus manos recorrían pasionalmente distintas partes de sus cuerpos. Lucho apuró el chori de un bocado, cual eruto de bebé hizo provecho y acercose a la pareja. Separóles y ante el desconcierto de ambos, dijoles:
- No permitan hermanos míos que la lujuria controle sus impulsos – y sin agregar más Lucho se alejó.
La pareja sintió pudor y comprendieron las sabías palabras luchezcas y prometieronse no caer ante la tentación de la carne.
Lucho dirigiose hasta un kiosco, compró profilácticos y se fue, como la jerga indica, de putas, porque ver a la pareja lo había excitado.
Horas más tarde, salió del cabarute con un hambre mesiánico y entró al primer bodegón que se le apareció en el camino. Un gordo, ubicado en el centro del comedor, estaba entrándole al quinto plato de fideos con abundante salsa, como si de su última cena se tratara. Lucho sentose a la mesa del gordo y díjole:
- Si estuvieras comiendo fideos nada más, y no salsa con fideos, pensaría que tienes hambre y no la gula que te está consumiendo por dentro.
Mientras Lucho alejabase, el gordo apenose de sí mismo, largó el plato y echose a llorar.
Lucho hizo un par de llamadas desde su iphone, envió algunos emails, y organizó un asado, en menos de 5 minutos, de proporciones babilónicas calculando 2 kilos y medio de carne por persona, para comer como lechón hasta que no queden ni los cartílagos y 15 litros de alcohol per cápita. Pidió una docena de empanadas árabes en el bodegón para manducar camino hacia el supermercado.
Encontrose en la puerta del super con sus comensales, cuando acabose la última empanada, y repartiole las instrucciones para que realizaran las compras.
Observó Lucho que el encargado del supermercado estaba obsesionado haciendo la cuenta del dinero en efectivo que había en la caja y que sus ojos titilaban de encanto ante el vil metal. Disimuladamente acercose al mostrador y comprobó que al encargado se le hacía agua a la boca al tener fajos de billetes en sus manos mientras susurraba repetidamente: “my precious”.
- Hijo mío – díjole Lucho – No debes permitir que el símbolo de la burguesía y el capitalismo desvíe tu mirada del mundo y que la avaricia sea tu única meta.
El encargado escuchó un “click – caja” en su mente y desprendiose de los billetes como si le estuvieran quemando las manos.
Lucho retirose del supermercado con los comensales. Llegados a su casa, Lucho hizo la cuenta de lo gastado y cobrole a cada uno de ellos un 200% más de lo que les correspondía alegando guardar el dinero para el próximo asado.
Después de pasar toda una noche y el día siguiente comiendo y bebiendo, a Lucho pintole sueño. Fue el último en terminar de comer, por lo que encontrose que todas las habitaciones de su casa estaban ocupadas por sus invitados que pernoctaban plácidamente. Intentó echar a patadas a uno que dormía en su cama, pero al comprender que su estado se debía a un coma alcohólico decidió dejarlo reposar y se fue a otra habitación. Prendió la luz y quien dormía allí abrió los ojos. Lucho díjole:
- La pereza es traicionera porque domina nuestra voluntad. No muestres flojedad. Debemos limpiar lo que hemos ensuciado.
El comensal levantose de un salto y dispúsose a limpiar todo la casa. Lucho arrojose a la cama como si hiciera un clavado en una pileta olímpica y 4 días después se desperezó. Pero no fue por voluntad propia, si no que lo despertaron los gritos de dos miembros de su orden que discutían sobre Riquelme y su participación en Boca y en la selección. Lucho ofició de árbitro, y mientras se sacaba una lagaña del ojo derecho, díjoles:
- Hermanos míos, el intercambio de ideas no debe conducir a enojos irracionales. La ira no tiene que ser partícipe en una discusión. Dejadla ir.
Avergonzados, ambos contrincantes dieronse un fuerte apretón de manos y continuaron con su diferencia de opiniones en un tono cordial.
Lucho fue hacia la cocina, abrió la heladera y descubrió con pesadumbre que no había más cerveza y, como ya sabemos, esto despertó la ira de oh Lucho, nuestro señor. Las dimensiones del cuerpo de Lucho parecían acrecentarse mientras infería insultos a diestra y siniestra. Y rompió una silla en la espalda del primero que acercose para calmarlo.

Subió a su camioneta 4x4 en busca de un almacén que le proveyera cerveza helada porque tenía que desayunar. Estacionó al lado de una camioneta que lo impactó, pero sin hacer acuse de recibo de sentimientos superficiales, focalizó su mente en la compra de cerveza. El almacenero, chismoso oficial del barrio, informabale de todo el puterío vecinal a una señora que había ido a comprar lavandina. Y Lucho escuchó como el muy chusma contaba con desprecio que el odontólogo de la otra cuadra, que había nacido en cuna de oro, y que en su vida tuvo que laburar, ahora elegido funcionario público por cuña política, casualmente habíase comprado la voluptuosa camioneta que estaba estacionada afuera.

Lucho interrumpióle la conversación al almacenero con la doña de la lavandina, y en tono pausado díjole:
- La envidia es un sentimiento negativo que opaca nuestro amor hacia el prójimo. No la sientas porque se te volverá en contra.
Y el almacenero se dio cuenta que sus pobres logros podían ser envidiados por hombres menos afortunados y que no era justo, porque se los había ganado con su esfuerzo. Él le pidió perdón a Lucho, y Lucho le pidió un cajón de cerveza helada.
Cargando el cajón de cerveza al hombro, llegó Lucho a la camioneta y no pudo evitar compararla con la lujosa y poderosa chata del odontólogo. Y pusose a mirarla más de cerca. Al divisar que la llave estaba puesta, sin pensarlo dos veces, se fue precipitadamente en la que, ahora, es su camioneta, gracias a los amigos del registro del automotor.
Volvió a su casa, llamó a uno de sus lacayos para que guarde las cervezas que quedaban, ya que en el camino se tomó 2 y decidió darse un baño. Pasó frente al espejo de la sala principal y detúvose a contemplarse unos minutos. Suspiró ante tanta belleza y al recibir la fragancia de su cuerpo recordó que iba a bañarse. Retomó el camino hacia el baño en suite de su habitación, y allí topose con Moria que estaba maquillándose, y sin miras de desocupar el baño. Lucho anoticiola de que quería bañarse, y Moria, recién llegada de viaje, y estando al tanto de la partuza de días atrás pareció no inmutarse. Pero Lucho, oh, sabio señor nuestro, comenzole a hablar de lo bien que se veía, de que no necesitaba maquillaje, que su hermosura natural era superior, y Moria, conmovida y halagada, dejole libre el baño, y despidiose con un beso.
- "La vanidad. Mi pecado favorito" – díjose Lucho y quedose ensayando poses y caras durante horas, acariciando y peinando sus dorados cabellos, hasta que finalmente se bañó.

Lucho, ¡te escucho!

Lectura del Evangelio de Lucho, capítulo XXV, versículos 14-32.
Gloria a Tí, Señor Lucho.

Estaba Lucho rascándose el higucho debajo de una palmera en una de las banquinas del Camino de Cintura, cuando una idea iliminóle el marote. "Ya es tiempo de ayudar a mis hermanos luchonistas a seguir el verdadero camino y que me devuelvan lo que tanto les he dado". Lucho levantose, sacudiose el polvo del trasero, encaminose hacia su objetivo: un programa en Radio 10. Las negociaciones no fueron sencillas, Hadad protestó y protestó: quería que Lucho firmara un contrato de exclusividad con la radio, pero Lucho se puso firme: "acá se hará mi soberanucha voluntad. Me das un millón de euros y hablo durante una hora, si se me canta, hereje irrecatado". Y así fue que Lucho comenzó su programa de ayuda psicológica.

-Hola, hermanucho. Hola, hermanucha. Aquí nos encontramos hoy reunidos en este espacio en Radio 10 para ayudarte a vos, hermanucho, y a vos, hermanucha a recuperar el verdadero camino, de la verdad y la vida en las enseñanzas de Lucho. Vamos ya con el primer oyente.

-Lucho, ¿te escucho?

-Así es hermanucha.

-¡Lucho Delfino no te puedo creer! ¡Es la primera vez que me comunico con vos! ¡Sos mi ídolo, Lucho, te amo!

-Lo bien que haces, hermanucha. Anda, dime tu nombre...

-Soy Teodolinda, Lucho. ¡Ay, Lucho cuánto soñé con este momento!

-¿De dónde eres?

-De Capital.

-Número de tu tarjeta de crédito.

-22897123674252.

-¿Clave?

-8914.

-Ahora sí, tu pregunta hermanucha.

-Lucho, mi esposo se está yendo por el mal camino. Me engaña, Lucho. Ve a cientos de mujeres. Yo no puedo creer que me abandone a mí, a mí que lo quiero tanto, Lucho.

-¿Más que a mí, tu santo dios Lucho?

-No, Lucho, nunca más que a tí. Quisiera saber, ¿qué debo hacer, oh Lucho?

-Te diré algo, hermanucha. ¿Tú sabes cuál era el apodo de Sigmund Freud?

-No.

-Lucho, hermanucha. Y era Lucho porque YO era Sigmund Freud hecho carne para iluminar a todos sobre la Tierra. Y como dije hace cien años: todo tiene que ver con el sexo, jejejejeje. Así que, hermanucha, da rienda suelta a la concupiscencia, voltéate a cuanto hermanucho se te cruce por el camino hasta que te quede así de grande y te vengues de tu marido.

-¿Así de grande, Lucho?

-Así de grande, hermanucha.

-Gracias, Lucho Delfino, gracias, eres un amor, te amo, Lucho, te amo.

-Bueno, hermanucha, bueno, ya basta. Te bendigo en el nombre de Lucho. Antes de ir al siguiente oyente vamos a escuchar este maravilloso anuncio con la dulce voz de Moria.

"Bodegas Lucho, el mejor tinto, anuncia a los hermanuchos la salida del envase formato damajuana, para los muchachos luchonistas que lo estaban esperando, atorados con el choripán en la garganta. Precio sugerido al público: 300 pesos. Descuento de cincuenta centavos a los compañeros luchonistas camioneros. Tomen y beban todos de él, porque este es el vino de Lucho. Haced esto en conmemoración suya".

-Hola, ¿con quién hablo?

-Gabriel Rolón, Lucho.

-Hola, hermanucho Gabriel, dime tu número de tarjeta de crédito por favor.

-Lucho dejá de robarme oyentes hijodelagranreputis...tuuuuuutuuuuuuuuutuuuuu...

-¡Ay, se cortó! Que pena. Próximo oyente, por favor.

-Lucho, ¿te escucho?

-Así es hermanucha, ¿con quién hablo?

-Lucho, soy Lucha, ¿podés creerlo? Nos llamamos igual, que casualidad, ¡aaaaaay no lo puedo creeer!

-Hermana Lucha, ¿de dónde sos?

-De Tucumán.

-¿Tucumán?

-Sí, Lucho.

-Ajá.

-Ajá.

-Si, dime, ¿qué es eso? ¿Una ciudad?

-Sí, Lucho, una ciudad, y una provincia también. Acá todos te re queremos, Lucho, sos nuestro ídolo, sos como un dios para nosotros.

-Seee... Tucumán... eeeeh... decime Lucha, en Tucumán ¿manejan tarjeta de crédito?

-Sí, claro, Lucho.

-¡Bienvenido Tucumán a Lucho, te escucho! Decime tu número de tarjeta, linda.

-26489217862266.

-Clave, linda.

-3658.

-Preguntá.

-Lucho yo quería contarte un problema que tengo. Todos los hombres me siguen, me aman, yo ya no sé qué hacer Lucho, ¿me entendés? Los hombres se enamoran de mí y no sé cómo evitarlo. Me escriben poemas, me tratan como una diosa. ¿Por qué siempre me pasa a mí? Ayúdame, oh Lucho, ayúdame.

-Dime hermanucha, ¿estás buena?

-Sí, Lucho.

-¿Tus medidas?

-105-60-108.

-Ajámm... dime... ¿Tucumán queda lejos de acá?

-Eeeh, sí bastante, Lucho.

-Oca, linda, vos quedate justo dónde estás que yo ya me teletransporto. Bien, hermanuchos, nuestro programa de hoy ha llegado a su fin. Nos encontraremos algún día, si me da la ganucha de volver a dirigirme a ustedes. Que Lucho los bendiga hermanuchos, no se olviden de comprar la damajuana Lucho y de enviar sus donaciones. Amén.

Y así fue como Lucho visitó Tucumán por primera vez. Y varias veces más. Y más. Y más.

Esta fue palabra de Lucho.
Te alabamos a Tí, señor Lucho.
Amén.

carta del mártir lucho a los bolivianenses de corinto

hermanos:

se vienen tiempos difíciles como la tabla del nueve. escríboles desde el rincón más oscuro y miserable de mi penthouse para hacerles saber que los acompaño en cuerpo y alma. bueno, es un decir. claro está que ni en mi más profundo estado de alucinación etílica iría a acompañarlos en cuerpo, porque ya sabemos que ustedes ingieren alimentos preparados por el mismísimo belcebú y que después sudan con un olor a gato muerto que voltearía al increíble hulk en persona apersonada.

decíales, hermanos, que mirando mis bolas cristálidas puedo predecir que grandes males están agazapados ahí -sí, justo atrás de ese montículo de bombachas tamaño carpa que vende aquella desacatada-, esperando el momento propicio para hacer de sus vidas el más terrible de los infiernos. no temáis, vosotros ustedes, bolivianenses de corinto, que lucho aprieta pero no ahorca [léase: no afloja], así que les hago una promoción verano-teclavolasombrilla, solamente porque soy más bueno que lassie, el dulce de leche y la madre teresa todos juntos haciendo trencito en el carnaval carioca.

la cosa es más o menos así: si ustedes pretenden que los males no los azoten, si pretenden hacerle fuchifuchi al apocalipsis que los espera ahí nomás, sólo deben seguir mi palabra al pie de la letra. a cambio [y acá se viene la superpromo] deben entregarme a diez de sus mejores hombres y a cinco de sus mejores mujeres [en lo posible, que estas últimas no tengan bigote, ni vello en la oreja. gracias]. no temáis por sus hermanos, estarán muy bien cuidados en el nuevo emprendimiento luchístico, sito en en el sacrosanto santuario de once. una magnánima tarea los espera: ellos confeccionaran con prisa, sin pausa y a latigazo limpio, las remeras que vestirán todos los que han decidido seguirme detrás de mí mismo. serán alimentados con el maná que les caiga del cielo [hay unos tachos de alimento raza que se vaciarán una vez por día sobre sus cabezas] y serán conducidos por el mismísmo morfeo [que era patovica en escombro bailable pero que se ha unido a la causa recientemente, justo cuando fugose del penal de olmos] a dormir sobre sus propios deshechos ahí mismo, en el lugar en el que cumplirán su misión celestial. como verán, hermanos, les ofrezco una verdadera ganga: se evitan el apocalipsis y capaz que hasta les toca alguna remera de segunda selección y todo.

esperando que su respuesta sea satisfactoria, despídome de ustedes con fervor y excitación, puesto que en este mismo momento estoy babeándome como perro con dos colas al pensar cómo crecerá nuestra reino en la tierra. ustedes pueden ser parte de ello, piensenlón bien. cuando lucho se eleve por sobre los otros pelagatos, siempre va a ser mejor estar prendido de un cacho de su vestidura que ser dejado a la buena de ese otro dios que se hace medio el sota mientras sus súbditos directos le meten mano de lleno a cuanto pendejo se cruce por ahí.

invocando la protección de mí mismo, fuente de toda [sin]razón e [in]justicia, voyme ya a tomar unos matienzos a la sombra de la parra.

chau chau chaaauuuuuuu

lucho

La ira de Lucho [Reloaded]

Retozando cuál manatí drogado, echóse Maria Palmira en los pastos, y mientras disfrutaba de un aire primaveral, entrábale a unos Bizcochos de grasa, cebándose unos mates con cascaritas de naranja seca.

De pronto, el cielo ennegrecióse, y con esplendorosos estruendos, las nubes juntáronse sobre su cabeza. La mañana, cálida de Villa Retiro, se tornó en un eléctrico tronar de trompetas, que con sonidos ensordecedores, encaminaron a Palmira a reflexionar acerca de la vida.
Preguntóse, a sí misma: ¿Hube de colgar la ropa?, ¿Hube de descolgarla más luego?.
Más los bizcochitos de grasa, cumplieron su cometido, interrumpiendo intempestivamente su profundo cavilar.
Palmira debióse rajar hacia el baño mas cercano, sin posibilidad alguna de repasar sus pensamientos.

Cuando de entremedio de la maleza, una luz, enceguecióla, dejándola paralizada.
Altivo y sonrojado, sorprendióla Lucho, portando uno de los pedos Biblicos más solemnes de los que jamás, Palmira hubiere conocido.
Y con su voz contemplativa, Lucho, revelóle una de las verdades mas verdaderas de la vida, mas o menos así:
“Soy la luz que os hará libres”, Más deberás entregarte con misericordia absoluta, a los ardores de mi carne, no sin antes cebarme unos matienzos, pero para mí sin azúcar, por qué estoy flojo de vientre.
Palmira, obedecióle con rigurosa voluntad. Mas a la media hora, el termo, quedóse casi sin agua, fue allí que nuestro Señor, díjole:
“Enfríose el agua, que nos ha dado de beber". Y hartóme de entrarle a los Don Satur, porque más luego paso del vientre flojo, al vientre afligido y taponado.
Ordénote, me entregues tu diezmo y de una corridita, llenes unos galones con el combustible Divino de las antiguas Deidades: "Cerveza”.
Palmira mirólo, y con pesar en su ojos contestóle:
"Muchas veces te he invocado, oh, Señor Lucho, mas nunca has respondido a mis plegarias. ¿Por qué habría yo de darte, entonces, mi diezmo para un galón de cerveza fresca y recién tirada?".

Palmira envalentonóse, y díjole con sobrada ira:
“Ni en pedo te doy $3 pesos, para comprar una Quilmes, es más, tu Reino de mierda puede irse literalmente al carajo. Ojalá se te caiga de cuajo, el maldito templo que tus devotos han levantado. Y que de entre los escombros, iracundos, salgan tus fieles, a cagarte, oportunamente a patadas. Cómo sigas rascándonos el mango, vas a terminar empalado en el medio de la estación Constitución, por demagogo, rata y autoritario”.

La furia de Lucho, despertóse con la tormenta, que tan solo habíase amedrentado. De entre los yuyos, abrióse una una zanja, y tragóse a Maria Palmira, con termo y todo.

Esa fue la última vez que otros fieles, supieron de ella.

Más toda esta historia déjanos una morajela:
“El control de la ira es necesario, cuando Lucho se pone a demandarnos. Una respuesta negativa despierta, la ira de los Dioses, y a la mierda.”.

Así habló lucho.-

Lucho conmigo


Encontrábase compungida, caminando por la calle cabizbaja y meditabunda, sumergida en sus cavilaciones y echóse a llorar desconsolada, dejándose caer de rodillas.Los primeros rayos de sol asomaban en el horizonte, irradiando una luz de tonos amarillentos y rojizos. Cegada por un destello que dióle en la cara, Claudina apenas distinguió la silueta de un hombre que atravesaba el desolado páramo. Él acercóse cautelosamente, y díjole:
- ¿Por qué estás despechada?
- Oh, extraño ser, ¿Cómo puedes compendrer la causa de mi tormento? - preguntóle Claudina.
- No conozco el motivo de tu pena, me refería a tu escote. ¿No tienes frío?

Lucho se presentó y ayudóle a incorporarse. Comenzaron a caminar con un ritmo pausado y entre sollozos Claudina fue contándole que desde que su amor habíale abandonado, no sabía que hacer consigo, que sus pensamientos y sentimientos enfrentábanse en batallas internas constantes. Que su vida era un eterna duda.
- No se si convertirme en flogger o volverme emo - díjole Claudina con la mirada perdida en dirección al suelo.
Lucho mordió su labio inferior para contener los improperios que su mente quería dejar escapar, y sujetóle lo cabellos a Claudina, y sin que ella pudiera siquiera pensar en lo que sucedería, arráncole con furia, por mechones, todos sus pelos.
- Ahora que estás calva hija mía, no tendrás más esas ideas locas, y no podrás, aunque quisieras, ser un miembro de tribus urbanas retorcidas, porque no tienes cabellos para peinarte - díjole con sabiduría Lucho. Y guardóse los cabellos en su gastado morral Prüne, pensando cuánto podría cobrar si lo vendía para extensiones.
Claudina sintió que ya no estaba poseída por pensamientos superficiales, y agradecióle a Lucho, abrazóle, ofreciéndole serle fiel siempre.
- Sólo quisiera terminar con la pena - díjole Claudina y arrodillóse ante él. Lucho tomóla de la mano, y díjole:
- Tienes que acabar con tu guerra interna. No es bueno que un ser bello pene - y las dos últimas palabras hicieron eco en la corrompida mente de Claudina. Lucho sintió que una gota cayó en su pie, y preguntóle.
- ¿Estás llorando?
- No, es baba - contestóle Claudina mientras pasaba su mano por la comisura de sus labios para secarse. Claudina miró hacia arriba y se detuvo en sus ojos.
- Véome reflajada en tu mirada. Tus ojos son espejos.
- Criatura mía, son los lentes de sol, recién vengo de la creamfields.
Claudina suspiró y tomándo coraje díjole:
- Ya no quiero estar sola. Ya no quiero pelear más conmigo misma.
- Ya no estás sola - díjole Lucho - Yo siempre estaré contigo, aunque no esté en cuerpo presente.
Y Claudina tuvo su revelación y díjose a si misma:
- Ya no lucho conmigo. Ahora está Lucho conmigo.
Y ambos adentráronse a los bosques de Palermo.

 

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