Mandá Miento al 2020 [o de cómo nacieron los Mandamientos Luchísticos]

Una tarde de febrero, desconociendo el impulso que lo guiaba, Modesto subió el cerro Uritorco. Creía que una fuerza alienígena lo atraía hacia la cima. Nunca imaginó que se trataba de un ser celestial. Cuando terminó de ascender, asomose detrás de un arbusto un hombre de cabellos dorados que rozaban sus hombros al ritmo de la suave brisa que lo acariciaba. Modesto, estupefacto, con cara de imbécil, quedose callado. El hombre de dorados cabellos y figura esbelta tiró la colilla del cigarrillo que acababa de fumar y acercose a él:
- He estado esperándote Modesto. Tengo un encargo para tí - Dijole Lucho.
Asombrado de que aquel extraño supiera su nombre, Modesto no pudo más que asentir con la cabeza, mientras aguardaba las instrucciones.
El arbusto que Lucho dejó atrás, empezó a prenderse fuego. Minutos después Modesto descendía el cerro corriendo y luchando por su vida.
Una multitud reunida observaba el accionar de los bomberos. Modesto subiose al coche bomba y relató lo sucedido. Y Lucho dijome - anunció:

- No tendrás otros dioses delante de mí, ni atrás tampoco.
- No te harás ningún tatuaje que no sea mi nombre
- No pronunciarás el nombre de Lucho en vano
- Acuerdate del día sábado para salir de joda.
- Honra a tu padre y a tu madre para que te dejen la herencia.
- No cometerás adulterio si nunca te casas.
- No robarás sin llevar pa' las casas.
- No darás falso testimonio sin cruzar los dedos por atrás.
- No codiciarás la casa del country de tu prójimo, la mujer de tu prójimo, la impunidad, la
camioneta 4x4, el perro labrador, la empleada doméstica y demás posesiones de tu prójimo.
- No matarás sin un buen motivo.

Sin embargo Modesto nunca cumplió con la palabra de Lucho y tampoco se dedicó a difundirla adecuadamente. Abriose un local en la calle techada de Capilla del Monte, donde cobraba un entrada para contarle a los turistas y transeúntes los misteriosos hechos que sucedieron aquel febrero, pero cada vez que narraba cambiaba su versión, y por fallas de su memoria o caprichos ocultos, nunca decía la lista correctamente, olvidando algunas de sus prescripciones o haciendo combinaciones extrañas tales:
- No matarás en vano.
- No codiciariás la casa de tu prójimo sin un buen motivo.
- Acuerdate del sábado para cometer adulterio.

Modesto sintió un segundo llamado al cerro Uritorco. Lucho lo esperaba, sentado en un roca, tomando cerveza.
- Has desobedecido Modesto. Tendrás un castigo. Pero antes voy a escribirte la lista para que no te olvides ni te confundas - dijole Lucho. En silencio escribió dos papeluchos post it color amarillo, como sus cabellos, que contenía lo que denominó "la ley" :

- No te arrodillarás delante de otro Lucho.
- No te fabricarás dioses de cotillón.
- Observarás la fiesta de la vendimia.
- Durante 6 días trabajarás y el séptimo día estarás a mi disposición.
- Celebrarás las fiesta de creamfield, la navidad apócrifa, la navilucha y año nuevo.
- Tres veces al año haras limpieza general en tu casa y en la mía.
- No ofrecerás cerveza caliente ni mate dulce a nadie.
- No quedará para el día siguiente lo que pudiste comer hoy.
- Llevarás a mi casa tus mejores sueldos.
- No harás un asado sin invitarme.

Modesto tomó los papeluchos y comenzó el descenso. A los minutos volvió a por una copia porque se le habían volado. Afortunamente Lucho todavía estaba en la cima, empinando el codo. Esta vez Modesto guardó "la nueva ley" en el bolsillo y dirigiose a la imprenta del pueblo para hacer unos panfletos.
La transpiración de Modesto había hecho ilegible parte del contenido de los papeluchos. Temeroso de recibir otro castigo además del que le había sido anunciado pero no revelado, Modesto apeló a su memoria.
Desconocemos si Lucho cambió de opinión y no intervino en la impresión de los mandamientos, o si nunca se enteró de lo que escribió por exceso de alcohol en la sangre, o hubo un error de imprenta y nunca una fe de erratas. Hasta ahora los definitivos diez mandamientos que dejó Oh Lucho, nuestro señor, son los siguientes:

1. Amarás a Lucho por sobre todas las luchas.
2. No leerás el blog de Lucho en vano.
3. Santificarás las fiestas, partuzas y asados. Invitarás a Lucho
4. Honrarás a tu padre y a tu madre para que te dejen la herencia. El 50% de lo heredado será para Lucho.
5. No matarás salvo que sea absolutamente necesario. [No es absolutamente necesario cuando te miran mal o te dicen algo que no te gusta]
6. No cometerás actos impuros sin filmarlos y sin la participación de Lucho.
7. No robarás a Lucho. El 70 % de lo que robes se lo darás a Lucho.
8. No darás falso testimonio ni mentirás sobre Lucho.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros sin contarle a Lucho.
10. No codiciarás los bienes de Lucho.

Modesto recibió el castigo de su primer falta. Fue conminado a realizar trabajos forzosos: durante un año tuvo que realizarle la pedicuría a Lucho y depilarle la espalda con una pincita.


Cualquier parecido con alguna religión es pura coincidencia
.



El milagrucho

Levantose lucho, luego de dormir la mona durante 12 horas, y decidiose con los muchachos a hacer un asado. Caminó por los bosques en busca de leños para preparar el fuego pero, como es ecologista, prefirió no talar árboles y comprar carbón.
Mientras sus seguidores, quemábanse los dedos, abanicando las brazas con una pala, el echose en un puff a leer la revista Hombres, mientras tanto, golpeábales con una ramita de bambú, para incentivarles.
Mas cuando el fuego hubo de estar listo, saló la carne y dispúsose a ponerla en el asador,´para luego, volver a echarse en un puff.
De pronto, los cielos se cubrieron de nubes que, un claro intento de enturbiar la cálida tarde de Nuestro Señor, oh, Lucho, ennegrecieron el sol, opacando hasta el último haz de luz. Fué así que, las primeras gotas de lluvia no tardaron en llegar.

Sin embargo, ni lerdo ni perezoso, lucho levantóse del puff, apagó su Aipod y gritó a los cuatro vientos, -digo, a sus cuatro súbditos-:
“Me cultivaré, germinaré y seré millones”. No os preocupéis, hijos míos, con la ayuda de mis manitas, abriré los cielos para devolveros la luz. Vosotros debéis hacer la última cena, mientras yo me enturbino la melena con el viento del aire acondicionado.

Sin embargo, un trueno majestuoso apagó el silencio y saliose de entremedio de los cielos, un angelito anómalo, turbio y ligeramente maltrecho. El angelito era manco y solo contaba con un ala. Volaba en círculos y tardóse en llegar hasta Lucho, más o menos, 20 minutos. Cuando por fin, luego de pifiarle al suelo varias veces y darse sucesivos porrazos contra la medianera, revoloteo en pequeños óvalos y díjole a Lucho:
-Oh, señor, Soy el Angelito Mareador, disculpa mi intromisión, más vuestro Padre, el Dios Mayor, os envía un mensaje.

-Escúchote, oh, Angel Mareador: ¿Cuál es el mensaje de mi Padre?.

-Dice que no seais, boludo, y que obréis un milagrucho. Es la última cena - del año-, y por lo tanto, podeis pedir, aún, el Regalucho de Reyes, aprovechaos, que el viejo anda con guita porque cobró el aguinaldo.

-Oh, Angelito Mareador, gracias por el mensajucho. Ahora mismo reúno a mis siervos, y obro el milagrucho.



Fue así, qué Lucho arrodillose y espetole al cielo:

-No me hagáis esto, hoy no.
En ese mismísimo instante, las nubes se disiparon y, por obra de Nuestro Señor, Oh, Lucho, la lluvia amainó y, no solo eso, además volvió a brillar el sol.
Empedados hasta el ocote, Lucho y sus Discípulos, esperaron la advenida del nuevo año. Con chorizos, pero sin chancho, se quedaron con un solo pan. Fue ahí, que lucho, multiplicólo y diole de comer, a sus siervas y a sus siervos. Mientras, cortaban el turrón canturreando villancicos, felices y austeros, pero siempre damajuaneros, estrecharon con ahínco, las copas entre los cinco.



Amén y amén, gloria a Lucho.


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