Pecados capitaluchos [reloaded]

Paseábase Lucho, una fría tarde de agosto, por el buffette de una quermés de San Vicente; pensativo puso su mano izquierda en su pera, debatiéndose si pedía un choripán o un plato de locro. Decidiose por el chori y pidiole al señor buffettero que se lo prepare con mucho chimichurri. Divisó al lado una pareja, que mientras aguardaban ser atendidos, no podían contener sus deseos carnales, y besábanse descontrolados mientras sus manos recorrían pasionalmente distintas partes de sus cuerpos. Lucho apuró el chori de un bocado, cual eruto de bebé hizo provecho y acercose a la pareja. Separóles y ante el desconcierto de ambos, dijoles:
- No permitan hermanos míos que la lujuria controle sus impulsos – y sin agregar más Lucho se alejó.
La pareja sintió pudor y comprendieron las sabías palabras luchezcas y prometieronse no caer ante la tentación de la carne.
Lucho dirigiose hasta un kiosco, compró profilácticos y se fue, como la jerga indica, de putas, porque ver a la pareja lo había excitado.
Horas más tarde, salió del cabarute con un hambre mesiánico y entró al primer bodegón que se le apareció en el camino. Un gordo, ubicado en el centro del comedor, estaba entrándole al quinto plato de fideos con abundante salsa, como si de su última cena se tratara. Lucho sentose a la mesa del gordo y díjole:
- Si estuvieras comiendo fideos nada más, y no salsa con fideos, pensaría que tienes hambre y no la gula que te está consumiendo por dentro.
Mientras Lucho alejabase, el gordo apenose de sí mismo, largó el plato y echose a llorar.
Lucho hizo un par de llamadas desde su iphone, envió algunos emails, y organizó un asado, en menos de 5 minutos, de proporciones babilónicas calculando 2 kilos y medio de carne por persona, para comer como lechón hasta que no queden ni los cartílagos y 15 litros de alcohol per cápita. Pidió una docena de empanadas árabes en el bodegón para manducar camino hacia el supermercado.
Encontrose en la puerta del super con sus comensales, cuando acabose la última empanada, y repartiole las instrucciones para que realizaran las compras.
Observó Lucho que el encargado del supermercado estaba obsesionado haciendo la cuenta del dinero en efectivo que había en la caja y que sus ojos titilaban de encanto ante el vil metal. Disimuladamente acercose al mostrador y comprobó que al encargado se le hacía agua a la boca al tener fajos de billetes en sus manos mientras susurraba repetidamente: “my precious”.
- Hijo mío – díjole Lucho – No debes permitir que el símbolo de la burguesía y el capitalismo desvíe tu mirada del mundo y que la avaricia sea tu única meta.
El encargado escuchó un “click – caja” en su mente y desprendiose de los billetes como si le estuvieran quemando las manos.
Lucho retirose del supermercado con los comensales. Llegados a su casa, Lucho hizo la cuenta de lo gastado y cobrole a cada uno de ellos un 200% más de lo que les correspondía alegando guardar el dinero para el próximo asado.
Después de pasar toda una noche y el día siguiente comiendo y bebiendo, a Lucho pintole sueño. Fue el último en terminar de comer, por lo que encontrose que todas las habitaciones de su casa estaban ocupadas por sus invitados que pernoctaban plácidamente. Intentó echar a patadas a uno que dormía en su cama, pero al comprender que su estado se debía a un coma alcohólico decidió dejarlo reposar y se fue a otra habitación. Prendió la luz y quien dormía allí abrió los ojos. Lucho díjole:
- La pereza es traicionera porque domina nuestra voluntad. No muestres flojedad. Debemos limpiar lo que hemos ensuciado.
El comensal levantose de un salto y dispúsose a limpiar todo la casa. Lucho arrojose a la cama como si hiciera un clavado en una pileta olímpica y 4 días después se desperezó. Pero no fue por voluntad propia, si no que lo despertaron los gritos de dos miembros de su orden que discutían sobre Riquelme y su participación en Boca y en la selección. Lucho ofició de árbitro, y mientras se sacaba una lagaña del ojo derecho, díjoles:
- Hermanos míos, el intercambio de ideas no debe conducir a enojos irracionales. La ira no tiene que ser partícipe en una discusión. Dejadla ir.
Avergonzados, ambos contrincantes dieronse un fuerte apretón de manos y continuaron con su diferencia de opiniones en un tono cordial.
Lucho fue hacia la cocina, abrió la heladera y descubrió con pesadumbre que no había más cerveza y, como ya sabemos, esto despertó la ira de oh Lucho, nuestro señor. Las dimensiones del cuerpo de Lucho parecían acrecentarse mientras infería insultos a diestra y siniestra. Y rompió una silla en la espalda del primero que acercose para calmarlo.

Subió a su camioneta 4x4 en busca de un almacén que le proveyera cerveza helada porque tenía que desayunar. Estacionó al lado de una camioneta que lo impactó, pero sin hacer acuse de recibo de sentimientos superficiales, focalizó su mente en la compra de cerveza. El almacenero, chismoso oficial del barrio, informabale de todo el puterío vecinal a una señora que había ido a comprar lavandina. Y Lucho escuchó como el muy chusma contaba con desprecio que el odontólogo de la otra cuadra, que había nacido en cuna de oro, y que en su vida tuvo que laburar, ahora elegido funcionario público por cuña política, casualmente habíase comprado la voluptuosa camioneta que estaba estacionada afuera.

Lucho interrumpióle la conversación al almacenero con la doña de la lavandina, y en tono pausado díjole:
- La envidia es un sentimiento negativo que opaca nuestro amor hacia el prójimo. No la sientas porque se te volverá en contra.
Y el almacenero se dio cuenta que sus pobres logros podían ser envidiados por hombres menos afortunados y que no era justo, porque se los había ganado con su esfuerzo. Él le pidió perdón a Lucho, y Lucho le pidió un cajón de cerveza helada.
Cargando el cajón de cerveza al hombro, llegó Lucho a la camioneta y no pudo evitar compararla con la lujosa y poderosa chata del odontólogo. Y pusose a mirarla más de cerca. Al divisar que la llave estaba puesta, sin pensarlo dos veces, se fue precipitadamente en la que, ahora, es su camioneta, gracias a los amigos del registro del automotor.
Volvió a su casa, llamó a uno de sus lacayos para que guarde las cervezas que quedaban, ya que en el camino se tomó 2 y decidió darse un baño. Pasó frente al espejo de la sala principal y detúvose a contemplarse unos minutos. Suspiró ante tanta belleza y al recibir la fragancia de su cuerpo recordó que iba a bañarse. Retomó el camino hacia el baño en suite de su habitación, y allí topose con Moria que estaba maquillándose, y sin miras de desocupar el baño. Lucho anoticiola de que quería bañarse, y Moria, recién llegada de viaje, y estando al tanto de la partuza de días atrás pareció no inmutarse. Pero Lucho, oh, sabio señor nuestro, comenzole a hablar de lo bien que se veía, de que no necesitaba maquillaje, que su hermosura natural era superior, y Moria, conmovida y halagada, dejole libre el baño, y despidiose con un beso.
- "La vanidad. Mi pecado favorito" – díjose Lucho y quedose ensayando poses y caras durante horas, acariciando y peinando sus dorados cabellos, hasta que finalmente se bañó.

9 testimonios:

Sweet carolain dijo...

PRIiiiiiiiiiiii

ahhhhhhhhhh amen y amen gloria lucho!!!!!!!!!!!


aguanten los pecados capitaluchos

Dejado dijo...

Jajajaja!

Amén, oh gran Lucho.

Gaby Cuenteando dijo...

PRIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
Amén, Lucho, amén.

Quisiera saber, oh, padre, dónde puedo comprar barbijos de su marca.

Amén

Shalena Mitcher dijo...

moria le vendio el alma a satan a cambio de la terapia ortomolecular

Dr.Soy dijo...

sr. lucho se pueden comer docenas de los panchos de nazca y rivadavia? o eso seria lujuria?
adios

Marxs dijo...

Oh, su Luchesidad, quisiera saber cuantos estos pecados capitaluchos debo hacer minimo para ser aceptado en la comunidad!

y si adelanta la fecha del proximo asado babilonico seria perfecto.

val dijo...

jejej es excelente.

Su segundo nombre era Narciso?

Diego - Cerdos y Cerdas - dijo...

Señor Cerdo Luchero, me alegra de pasar una vez más por su blog... ahora que el tiempo me sonrie andaré más seguido, siempre y cuando una bomba no me haga volar el chiquero

Virginia Prieto dijo...

al fín actualizaron!
amén

 

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