Es de conocimiento público que la fe en Lucho crece y crece, como la inflación, aunque entes escleciásticos, como el indec, nieguen su existencia. La fe en Lucho es milenaria. Tal es así, que estamos en presencia de una reencarnación luchiana de la décima generación. Es por ello que podemos afirmar con absoluta tranquilidad que Nuestro Señor Lucho es de décima. Lucho es un ser que no tiene edad y su origen, su vida y sus milagros no tienen explicación lógica. Sólo el dogma lo explica y no admite prueba en contrario. Lucho es milagroso y punto.
Los orígenes de la fe luchiana se remontan a épocas precolombinas. Lucho era el Dios de los manyachingones, oriundos de las sierras cordobesas, lugar frecuentado por los ovnis y los porteños. Antes de la existencia de estos últimos, antes de la llegada de la invasión española, incluso antes de la invasión inca, Lucho paseabase por los valles serranos, bañabase en los arroyos y ríos cordobeses. Lucho era el cacique. Y como todo cacique, Lucho tenía lo que quería y si no lo tenía, se lo procuraba a la fuerza. Lucho se enamoró de la princesa Moria de la tribu vecina, los sanabiromes, popularmente conocidos como curalapiceras. Concretar esa alianza no era algo deseado por ninguno de los pueblos. Los manyachingones odiaban a las sanabiromes desde que aprendieron a escribir en tinta, cuando ellos aun dejaban estampadas las palmas de sus manos por el cerro colorado. El pueblo se opuso. Los sanabiromes, orgullosos, tampoco aceptaron la unión y estalló la guerra. Lucho había sucumbido a los encantos de Moria, y empecinado por defender su amor, propúsole hacerse una escapita a unas cabañas cerca del mítico Cerro Uritorco. Escaparon una noche, clandestinamente.
Pero Lucho no sabía que Moria tenía un pacto secreto para acabar con su poder. Los confabuladores los sorprendieron en paños menores (¿qué será menor a un taparrabos?) y así Lucho, Nuestro Señor supo de la traición. Intentó huir, desesperado, y adentrose en la oscura espesura del cerro. Esa noche no había luna, la oscuridad lo envolvía, no veía nada y Lucho trastabilló. Cayó en un precipicio que parecía no tener fin. Cayó, cayó y siguió cayendo. Cayó en la cuenta de que lo había perdido todo. Pero nunca terminó de caer. Un aura luminosa lo envolvió y se lo llevó lejos. Lucho había sido rescatado. Seres superiores tenían un plan y un destino para Lucho, Nuestro Señor. Volvió a tierras de manyachingones como su Dios. La fe luchiana hubiera sido difundida desde aquellos ancestrales tiempos, si no fuera que a los manyachingones se les dio por suicidarse en masa porque nunca pudieron competir con los sanabiromes en el sublime arte de la escritura. Pero ese es otro capítulo que escapa de este evangelio.
Lucho supo entonces, que la humanidad es un experimento genético de los seres superiores, el segundo después de haber hecho lo propio en Marte, y que la humanidad tiene los milenios contados. Dos y monedas, para ser más exactos. Sin embargo Lucho no está dispuesto a rendirse porque falte un tiempito para que se nos acabe esta fiesta para algunos pocos. Lucho, Nuestro Señor, deambulando por los pasillos de los altísimos ovnis donde moran las eminencias, escuchó de unos de ellos que quizás al planeta Tierra lo salvan, porque el experimento está un poquito mejor que el del planeta rojo. Lucho se aferra a la creencia que nos vamos a salvar y nosostros nos aferramos a Lucho. Es por ello hermano mío, que debes escuchar lo que te digo. Lucho nos enseña que vamos a tener que sobrevivir un año guarecidos de las inclemencias climáticas a la que se verá sometido nuestro redondo hogar, porque se viene la limpieza de las resacas del experimento genético que se llevará a cabo en el 2012. Compra alimento no perecedero con fecha de vencimiento posterior al 2013 y serás salvado. Aprovisiónate ya llamando al 0600-salvamelucho y Lucho te mandará sardina a sólo €10 la latita. Apresúrate hermano, que se nos acaba.
Los orígenes de la fe luchiana se remontan a épocas precolombinas. Lucho era el Dios de los manyachingones, oriundos de las sierras cordobesas, lugar frecuentado por los ovnis y los porteños. Antes de la existencia de estos últimos, antes de la llegada de la invasión española, incluso antes de la invasión inca, Lucho paseabase por los valles serranos, bañabase en los arroyos y ríos cordobeses. Lucho era el cacique. Y como todo cacique, Lucho tenía lo que quería y si no lo tenía, se lo procuraba a la fuerza. Lucho se enamoró de la princesa Moria de la tribu vecina, los sanabiromes, popularmente conocidos como curalapiceras. Concretar esa alianza no era algo deseado por ninguno de los pueblos. Los manyachingones odiaban a las sanabiromes desde que aprendieron a escribir en tinta, cuando ellos aun dejaban estampadas las palmas de sus manos por el cerro colorado. El pueblo se opuso. Los sanabiromes, orgullosos, tampoco aceptaron la unión y estalló la guerra. Lucho había sucumbido a los encantos de Moria, y empecinado por defender su amor, propúsole hacerse una escapita a unas cabañas cerca del mítico Cerro Uritorco. Escaparon una noche, clandestinamente.
Pero Lucho no sabía que Moria tenía un pacto secreto para acabar con su poder. Los confabuladores los sorprendieron en paños menores (¿qué será menor a un taparrabos?) y así Lucho, Nuestro Señor supo de la traición. Intentó huir, desesperado, y adentrose en la oscura espesura del cerro. Esa noche no había luna, la oscuridad lo envolvía, no veía nada y Lucho trastabilló. Cayó en un precipicio que parecía no tener fin. Cayó, cayó y siguió cayendo. Cayó en la cuenta de que lo había perdido todo. Pero nunca terminó de caer. Un aura luminosa lo envolvió y se lo llevó lejos. Lucho había sido rescatado. Seres superiores tenían un plan y un destino para Lucho, Nuestro Señor. Volvió a tierras de manyachingones como su Dios. La fe luchiana hubiera sido difundida desde aquellos ancestrales tiempos, si no fuera que a los manyachingones se les dio por suicidarse en masa porque nunca pudieron competir con los sanabiromes en el sublime arte de la escritura. Pero ese es otro capítulo que escapa de este evangelio.
Lucho supo entonces, que la humanidad es un experimento genético de los seres superiores, el segundo después de haber hecho lo propio en Marte, y que la humanidad tiene los milenios contados. Dos y monedas, para ser más exactos. Sin embargo Lucho no está dispuesto a rendirse porque falte un tiempito para que se nos acabe esta fiesta para algunos pocos. Lucho, Nuestro Señor, deambulando por los pasillos de los altísimos ovnis donde moran las eminencias, escuchó de unos de ellos que quizás al planeta Tierra lo salvan, porque el experimento está un poquito mejor que el del planeta rojo. Lucho se aferra a la creencia que nos vamos a salvar y nosostros nos aferramos a Lucho. Es por ello hermano mío, que debes escuchar lo que te digo. Lucho nos enseña que vamos a tener que sobrevivir un año guarecidos de las inclemencias climáticas a la que se verá sometido nuestro redondo hogar, porque se viene la limpieza de las resacas del experimento genético que se llevará a cabo en el 2012. Compra alimento no perecedero con fecha de vencimiento posterior al 2013 y serás salvado. Aprovisiónate ya llamando al 0600-salvamelucho y Lucho te mandará sardina a sólo €10 la latita. Apresúrate hermano, que se nos acaba.